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El Barça suma 59 jornadas consecutivas en el liderato

El Barça suma 59 jornadas consecutivas en el liderato
26 de enero de 2014 - 19:49

El Barcelona dormirá como líder de Primera División por quincuagésimo novena jornada consecutiva después de golear esta noche al Málaga (3-0) en un encuentro plácido para el conjunto azulgrana.

La actuación de Willy Caballero bajo los palos impidió que el conjunto malacitano, que suma cuatro partidos sin ganar y sin marcar un gol, se marchase del Camp Nou con un correctivo mucho mayor, pues el Barça tuvo una docena de clarísimas ocasiones para aumentar la cuenta.

Pese al importante caudal de juego ofensivo que los locales exhibieron desde el inicio, tuvo que ser un defensa, Gerard Piqué, quien llevara la calma a las gradas y encarrilara el partido para su equipo a la salida de un córner.

El central catalán recogió un balón muerto en la frontal tras un fallido cabezazo de Alexis y fusiló a Willy Caballero cinco minutos antes de llegar al descanso.

La única baza ofensiva que tiene el Barça para rematar las jugadas a balón parado, el único jugador de la plantilla que mide más de 1,90, estaba libre de marca en el área. Y Piqué no perdonó el error de la zaga malacitana para hacer el 1-0.

Fue el justo premio a una primera mitad de claro dominio azulgrana. Tras ceder terreno en la Liga con dos empates ante el Atlético y el Levante, después de cuatro partidos consecutivos fuera de casa, el aficionado barcelonista tenía ganas de fútbol.

Y al final, la tormenta institucional vivida esta semana con la dimisión de Sandro Rosell como presidente del club, escampó en cuanto el balón echó a rodar.

El Barça generó fútbol de sobra para poner en jaque al Málaga, pero estaba en una de esas noches en la que la inspiración de sus delanteros le abandona en los metro finales y es inversamente proporcional a la del meta rival.

Jordi Alba, un puñal por la banda izquierda, tuvo dos sobre la salida de Willy Caballero. Una se topó con el meta del conjunto malacitano y la otra la envió por encima del larguero. Alexis estrelló la suya en un palo y Messi cruzó demasiado la que tuvo, también sobre la salida de Willy.

Bernd Schuster ya avisó en la víspera de que, en el Camp Nou, los rivales del Barça pasan mucho frío, y que su equipo saldría a abrigarse atrás para buscar su oportunidad a la contra. Pero, con problemas para confeccionar la zaga -Weligton y Gámez eran baja por lesión-, el Málaga sufrió más de la cuenta para defenderse sin balón.

Para colmo de males, Roque Santa Cruz, su referencia en ataque, el jugador con más cartel del equipo, tuvo que retirarse lesionado a los 25 minutos de juego.

Con este guión, los visitantes solo pudieron exigir a Valdés, cómo no, a balón parado, una vez más el talón de Aquiles del equipo del Tata Martino.

Duda hizo volar al meta azulgrana en un tiro de falta desde la frontal y otra falta lateral botada por el brasileño fue cazada a bocajarro por Pawlowski, el sustituto de Santa Cruz, para estrellarla en el cuerpo de Valdés. Ese fue todo el bagaje malacitano hasta llegar al descanso.

El Barça aceleró tras la reanudación. Tenía ganas de finiquitar el partido y lo hizo más pronto que tarde. Alexis y Cesc avisaron en los primeros minutos. Piqué, a quien Sergio Sánchez volvía a dejar solo en un córner, a punto estuvo de hacer el segundo al cabecear un balón a un poste.

Hasta que apareció Messi en su versión de repartidor de caramelos. Un poco más retrasado de lo que en él es habitual, como en el partido de Copa ante el Levante, le regaló el segundo a Pedro, que recortó bien y puso el balón con rosca a la base del palo de Caballero.

El propio Messi iniciaría la jugada que acabaría con el gol de Alexis, que solo tuvo que empujar el balón que le sirvió Pedro para marcar el tercero de la noche, justo antes de que Martino sustituyera al punta canario para dar entrada a Tello.

El duelo dejó de tener emoción, si aun tenía alguna, con media hora por jugarse. El Málaga solo inquietó a Valdés en un tiro lejano de Duda y el Barcelona quitó el pie del acelerador.

Los minutos finales sirvieron para que Afellay volviera a sentirse futbolista después de llevar una eternidad en la enfermería y recibiera el cariño del Camp Nou, que esta noche se centró en el fútbol ignorando lo sucedido esta semana en los despachos. Como si el cambio de presidente ni siquiera hubiera pasado.

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