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El agua les devuelve la luz

El agua les devuelve la luz
27 de abril de 2013 - 00:00

Más que el agua fría o la distancia, su principal preocupación es no desviarse de la meta. Para los competidores con discapacidad visual orientarse es clave. Conscientes de esa condición, Diego Tapia y Kevin Freire participarán mañana en la VII Travesía a la laguna Yahuarcocha.     

El certamen, que cuenta con el aval de la Federación Deportiva de Imbabura, tendrá a  150 exponentes, divididos en las categorías discapacitados, élite, federados y novatos. Los nadadores especiales y los novatos recorrerán 500 metros, los élite 5.000 y los federados 2.500. La brega comenzará a las 08:00.

Voluntad

Diego recuerda con nostalgia los partidos de fútbol de la Liga Barrial La Comuna (Quito). Jugaba como carrilero por derecha en el club Sampdoria. También añora el rostro de su madre, siente cambios, nota que tiene más arrugas cuando lo toca con las yemas de sus  dedos.

Desde que perdió la vista, en 2000, la vida de Diego tomó un rumbo distinto. Ahora la natación es el “motor” de su existencia, el camino hacia su máximo deseo: ganar una medalla internacional.

Antes de aquel anhelo, cuando sus ojos recorrían la luz, soñaba con especializarse en informática, ganar dinero y conocer el mundo. Esas aspiraciones no cambiaron pero, debido al accidente de tránsito que sufrió, se retrasaron.

Aquel accidente, dice, fue confuso. Mientras cruzaba la avenida Occidental, a la altura de la avenida Mariana de Jesús (centro norte de Quito), un auto lo arrolló. El impacto le provocó el desprendimiento de las retinas, lesiones en el fémur derecho y en la pelvis.

27-4-13-nadoracionLa incapacidad de ver, un clavo en el pie y una placa en la pelvis son las señales de aquel episodio. Aunque nadie se lo recomendó, creyó que nadar le ayudaría a rehabilitarse; su mayor molestia era el clavo, que le impedía asentar el pie. Comenzó a frecuentar la piscina de El Tingo y a caminar dentro del agua. Resultó, ya que recuperó su movilidad y gracias a la piscina “jubiló” a sus muletas.

Siempre le gustó nadar, pero recién en 2012 decidió incursionar en el ámbito competitivo. Darle tiempo a la natación no resultó sencillo, no podía desatender las responsabilidades laborales; su madre (María Sánchez) y su hermano menor (Pablo Andrés) dependen de él.

Desde hace 3 años, Diego trabaja en embutidos El Artesano, corta y empaca los productos. Ganar el sueldo básico le obliga a gastar con mesura. Los 150 dólares de arriendo le significan el mayor egreso. A veces, cuando los imprevistos superan los cálculos mensuales, sale a vender inciensos o fundas para basura.

Dentro de tanto trajín, el deporte es una motivación; todos los días repasa la agenda de deseos: “comprar una casa, apoyar en los estudios a Pablo (16 años), convertirse en un nadador adaptado de alto rendimiento y terminar el bachillerato”, pues solo avanzó hasta tercer curso.

Ingresar a la universidad para seguir ingeniería en sistemas sería el siguiente paso. La computación le apasiona.   

A sus 30 años y después de aprender a convivir con las tinieblas, Diego no cree en imposibles; en 2012 alcanzó el bronce en los 100 metros libres del campeonato nacional de natación de la Federación Ecuatoriana de Deportes para Personas con Discapacidad Visual (Fedediv) y mañana se apresta a cruzar por primera vez el lago Yahuarcocha.

Durante el cruce será guiado por Luis Fernando Ayala, hijo de Luis Ayala, su entrenador, con quienes comparte las prácticas diarias.    

Ayala, quien trabaja en el club César Albán, en la piscina del colegio Juan Pío Montúfar, considera que todo depende de la voluntad de Diego, a quien admira por su tesón, total, “para ser campeón, no se necesita mirar”, dice.

KEVIN FREIRE MIRA A TRAVÉS DE LA CLARIDAD DE SUS AMBICIONES

Nadar de espaldas es, según el entrenador Luis Angos, el estilo más complicado para los invidentes, por eso sorprende la técnica con la que Kevin Freire domina esa modalidad y las otras que comprenden la natación.

Kevin nunca vio, pero deslumbra cuando se desplaza por el agua. A criterio de Bélgica Padilla, su progenitora, la energía que irradia suple con creces esa discapacidad. La ceguera le permitió desarrollar agudamente el oído, el tacto y la intuición.

El adolescente (15 años) eligió la natación porque la considera una disciplina compatible con los estudios: le obliga a estar atento, le ayuda a desarrollarse físicamente y lo desestresa. Como estudiante ha respondido bien, es alumno de décimo grado en el Liceo Mediterráneo, donde hasta ahora su menor promedio es de 9,75 sobre 10.

Sus ambiciones no tienen cabos sueltos, está seguro de que aprender inglés, leer historia y actualizarse constantemente en informática lo llevarán a convertirse en diplomático y a recorrer el planeta. En natación también apunta al éxito internacional.

Además de la travesía al lago Yahuarcocha, este año quiere ganar el torneo selectivo para invidentes que se  desarrollará en noviembre; eso le garantizará ir al campeonato panamericano de Argentina en 2014.

En el Club Regatas, donde le abrieron las puertas hace 3 años, es un referente, la persona sin límites que le da sentido a la palabra superación.

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