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"Nos domina una forma de ver y hacer cine"

El festival del cine documental Contra el silencio Todas Las Voces se realizó en la capital mexicana.
El festival del cine documental Contra el silencio Todas Las Voces se realizó en la capital mexicana.
Foto: Paula Mónaco
18 de abril de 2016 - 00:00 - Paula Mónaco, corresponsal en México

Cerca de 100 de 122 millones de personas que habitan México no tienen acceso al cine por razones geográficas y económicas, revela un estudio realizado por estudiantes de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) que ilumina cuáles son los principales problemas que enfrentan hoy los documentales, animaciones y películas de ficción que se filman el país.

“Antes el meollo era la poca producción, entre el año 1999 y el 2000, solo se hicieron 6 largometrajes. Ahora se producen 140 películas, casi 500 cortometrajes y calculo que unos 500 documentales pero no se ven, no tienen salida”, explica Cristian Calónico, sociólogo, cineasta y docente de los estudiantes que investigaron el tema entre septiembre de 2014 y julio de 2015. “Hay una grave crisis de difusión-distribución-exhibición”, sintetiza en diálogo con EL TELÉGRAFO el también director desde el año 2000 del festival de cine documental Contra el Silencio Todas Las Voces, que en su novena edición se realizó en la capital entre el 8 y el 15 de abril.  

La concentración del negocio en pocas manos hace estragos al cine mexicano. Entre 2 empresas –Cinemex y Cinépolis- poseen prácticamente la totalidad de las 6 mil salas comerciales que existen en el país y lo que llega a las pantallas pasa inevitablemente por sus filtros monetarios mientras otro duopolio –Televisa y TV Azteca- controla lo que se transmite por televisión. “Y a los grandes consorcios cinematográficos como al duopolio televisivo no les interesa prácticamente nada de la producción nacional salvo algunas cuantas películas en las cuales han aportado sus propias distribuidoras. Fuera de eso, la mayor parte de las producciones mexicanas, documentales y ficción, duran una semana en cartelera”, explica Calónico. “Además existe una política deliberada: las ponen en las peores salas y peores horarios, la gente no va ni cubre la cuota de público que las cadenas piden”.

En festivales internacionales de cine circulan muchas películas mexicanas y sus realizadores destacan en el mundo pero aquí el público no tiene acceso a las producciones. “Estamos invadidos por el cine hecho en Estados Unidos, en Hollywood, que es comercial y fomenta un cierto tipo de historias, ritmo, lenguaje y valores”, comenta el cineasta. Las consecuencias: “Estamos cada vez más dominados por una forma de ver y hacer. La gente se acostumbró a ver eso y piensa que es lo único que existe (...) Si Cinemex y Cinépolis tienen entre 15 y 20 millones de mexicanos que los ven, vamos por los otros 100 que no pueden ir con ellos. Vamos por quienes no tienen opciones”.

Sumar esfuerzos

“Nosotros somos de Iztapalapa (delegación más poblada de la capital). Apenas vamos a hacer nuestra primera proyección”, comenta una muchacha y se sonroja.

“¿Tienen proyector? ¿Pantalla? Si necesitan, les prestamos”, ofrecen enseguida dos representantes de cineclubes con varios años de experiencia en exhibición independiente.

Ellos, al igual que unas 30 personas más, participan en el Primer Encuentro de Circuitos Alternativos de Exhibición Cinematográfica del Valle de México, que se realiza dentro de la novena edición del festival Contra el Silencio Todas Las Voces. Son integrantes de cineclubes y grupos de proyección independiente de cine; provienen de barrios populares de la capital pero también de provincias cercanas como Hidalgo y Estado de México.

Durante 2 días realizan conferencias y dialogan sobre opciones para mejorar las opciones alternativas para ver cine en México. También platican frente a frente con representantes de algunas de las más importantes instituciones gubernamentales, invitadas a formar parte de la mesa redonda.

A nombre de la Cineteca Nacional, la sala pública más reconocida del país, Alejandro Gómez Treviño les promete entradas gratuitas para programadores de cineclubes y espacios alternativos a fin de que puedan conocer filmes y luego solicitar permiso de proyectarlos. El pago de derechos resulta uno de los principales obstáculos.

“¿Cuánto ganamos? Nada. Entonces a los realizadores no les podemos dar dinero, pero sí hacer circular sus películas”, apunta un participante.

Discuten si resulta conveniente organizarse como “red” o “circuito”. Calónico opina: “Que aquí digamos vamos a crear una red no significa nada, más bien tiene que funcionar, hacer cosas. Preferiría que vayamos funcionando en el camino”. Después de dos jornadas de encuentro, acuerdan programar un mes de cine mexicano.

Durante junio, en cada uno de sus espacios se proyectarán 4 películas hechas en el país, sean documental o ficción. “Esperemos que sea el inicio de algo más grande”, concluyen.

Sergio Barrientos sale sonriente. A su juicio y desde su experiencia, que son más de 20 años de proyectar cine de forma independiente, el acuerdo implica un buen paso.

“Todo el tiempo hemos tratado de organizarnos”, remarca el gestor cultural que fundó el cineclub Foro Arteria en la populosa delegación Tláhuac y ha realizado incontables proyecciones gratuitas al aire libre.

“Antes el cineclub solamente existía en universidades; ahora hay en bachilleres, centros comunitarios, barrios e incluso sindicatos. Ya estamos incluidos en la ley del cine mexicano, se nos está tomando en cuenta como espacios de exhibición no lucrativa y estas reuniones sí ayudan –remarca-. A lo mejor ahorita no lo vemos, pero a largo plazo va a arrojar algo positivo”.

Se estima que en el país existen cerca de 400 espacios alternativos e independientes que compiten cual quijotes contra modernos molinos de viento, propiedad de capitales transnacionales.  (I)

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