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Entrevista / Rafael Lugo Naranjo / Escritor ecuatoriano

"El arte requiere paciencia, por eso no es prioridad de políticos"

"El arte requiere paciencia, por eso no es prioridad de políticos"
Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
02 de agosto de 2017 - 00:00 - Luis Fonseca Leon

Iñaki, Iñigo e Ignacio pueblan la trilogía novelesca de Rafael Lugo (Quito, 1972), una que acaba de cerrarse con la publicación de 207.

En los cuentos del libro Abraza la Oscuridad estaban planteados los temas de cada historia, confiesa el autor, pero la madurez lo ha llevado a estar ‘más satisfecho’ ahora que con las novelas Veinte y 7.

Su más reciente novela narra la historia de un hombre enfermo. Es una reflexión sobre la muerte que se le aproxima inevitable...

Pero (la historia) tiene más que ver con la literatura, con el enfrentarse a escribir; con lo que aspiras y puedes hacer con las letras, pero también con lo que no se alcanza a hacer con ellas. Esta es una novela sobre lo que cuesta escribir, y es agónico hacerlo: plantearse el reto, la idea y dejarse llevar por lo que te está martillando la cabeza... El libro tiene todas las facetas de la agonía porque en la escritura hay que borrar y corregir y ese vencerse a uno mismo, en sus limitaciones y carencias, antes de publicar.

¿Es la edición lo más complicado?

Es más antipática la publicación, en la que te muestras. Es como pararte en pelotas frente a un auditorio. Luego, a ver si estás acompañado o no por alguna editorial, ver si habrá una difusión, espacios. Al fin del día, uno está solo y son raros los casos de editoriales que soportan al ciento por ciento a su escritor. Yo he estado más solo en la etapa de la publicación que en la de la escritura, en la que tuve la presencia de amigos, que me ayudaron, leyeron de capítulo en capítulo y que me corrigieron con conocimiento de causa.

Ha dicho que la literatura puede salvar. ¿Cómo explicarle eso a quien no es un lector habitual?

En esta época de la satisfacción inmediata le diría que entienda que el problema que tiene en este momento no se va a resolver leyendo una novela. Es decir, los

$ 200 que necesitas para pagarle a un chulquero (usurero) no los vas a conseguir leyendo un libro, pero hay que leer porque, tal vez, en 5 años ya no caigas con chulqueros, por el hecho de haber leído.

La lectura es una solución de largo plazo. Aparte del gozo estético, que sí es inmediato, la construcción de la persona a través de la literatura no se da en un día ni en un año. Hay que tener paciencia y renunciar a lo inmediato.

Cuando se habla de austeridad fiscal y se excluye de lo prioritario a la cultura, ¿significa que el Gobierno no tiene esa paciencia?

Los burócratas son lo más alejado al arte. No lo digo despectivamente, pero son efectivistas. ¿Por qué no siembran árboles los políticos?, porque no los pueden madurar, lo harían solo con una máquina que les traiga árboles de 20 metros. Lo que parece chico y requiere paciencia no es su prioridad.

Ahora, en relación al arte, creo que es importante que un Estado invierta en cultura, por supuesto, haciendo el mayor esfuerzo en no convertirla en otra herramienta de propaganda (algo casi imposible en épocas como esta, de proselitismo), pero no estoy de acuerdo en que los artistas se crean acreedores porque su actividad no es rentable. No creo en ese discurso sobre recibir impuestos ‘porque soy artista’, esa actitud no es correcta, hay que tener un equilibrio. Imagínate que alguien a quien le vaya mal en un negocio, como la importación de vehículos, por ejemplo, se le ocurra que el Estado debe apoyarlo recortando la salud para compensarlo. Hay que hacerse responsable de las decisiones propias en cualquier sector.

¿En qué momento de la escritura decidió integrar a Teo, la voz a veces tormentosa en la mente de Ignacio, el protagonista?

Desde 7, mi personaje ya venía desarrollando personalidades múltiples. Entonces Teo venía en el paquete, digamos, pese a que cada novela es independiente. La voz más fuerte fue él, por eso está en la novela desde el principio. Su origen es mi lectura de un tipo que tenía como 19 personalidades encerradas (se refiere al libro Mis Múltiples Personalidades, de Cameron West). En sus tratamientos, él llega a establecer que cada una apareció a partir de violaciones repetidas en su infancia y, cuando se desconectaba de la realidad, aparecía otro, más fuerte, violento, capaz de defenderlo.

Esa voz me pareció un elemento muy interesante para la historia, uno que no solo hable de la existencia de una segunda personalidad que te interpela, sino también del origen y razones de ciertas cosas. Explica cómo el ser humano es capaz de lo que sea con tal de protegerse, incluso de crear dentro de sí otras versiones de él mismo. El cerebro y sus capacidades, incluso algunas de las que ni siquiera uno puede controlar, me parece de lo más fascinante que hay en el universo.

¿Qué determina que un hecho o reflexión se convierta en ficción?

Mucho de lo que escribo se basa, más o menos, en lograr horas de ficción a partir de minutos reales. Esa es otra de las posibilidades de la literatura, que tiene varias dimensiones en las que puedes viajar. Es maravilloso cómo con esto puedes escribir una mentira utilizando lo real. Esa libertad de creación me encanta porque sus posibilidades son infinitas.

Ha dicho que no se siente cómodo en Ecuador, pero ha situado sus 3 novelas en Quito...

El escritor, el artista, tiene que estar inconforme. Incluso los periodistas. Si te sintieras cómodo con lo que pasa, no tendrías qué contar ni qué investigar o denunciar.

En un artículo animalista, empieza hablando de la estética. Allí aparece la foto de un toro con banderillas que lo desangran junto a la imagen de un perro herido, ensangrentado. ¿Quería provocar una reacción en la que se compare una y otra situación?

Sí, fue deliberado. Cuando el Concejo Metropolitano de Quito negó un reclamo en contra de los toros y eso se supo, un graderío, lleno de taurinos, gritó ‘¡Libertad, libertad!’. Eso me quedó flotando en la cabeza. ¿Realmente se trata de un tema sobre la libertad?

Desde hace tiempo, por ejemplo, en el COIP (Código Orgánico Integral Penal) y en algunas ordenanzas están prohibidas las peleas de perros, ¿qué pasaría si los que organizan estas peleas cantaran lo mismo, ‘¡libertad!’? Es que las razones jurídicas que estos podrían usar son exactamente las mismas que los taurinos, pero el contexto es otro. Entonces, te das cuenta de que la pelea no es jurídica, no se trata de la libertad de ejercer tus derechos constitucionales, sino de preferencias, de gustos. Esto es un primer paso a considerar. (I)

La editorial de la Universidad San Francisco de Quito publicó la novela del autor quiteño.

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