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El poeta Roy Sigüenza cumple 30 años apelando al latido de sus letras

El poeta Roy Sigüenza cumple 30 años apelando al latido de sus letras
04 de octubre de 2020 - 02:56 - Isabel Hungría

El poeta Roy Sigüenza lleva treinta años haciendo latir las letras. Afable, espléndido y diestro con la palabra, nació en Portovelo, El Oro, en 1958.  Realizó sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal y los académicos –unos semestres- en la U. Católica de Quito.

Además de escribir poesía ha recuperado hechos, imágenes y personajes históricos de su ciudad –sobre todo de cuando fue Campamento Minero (1896-1950)- y ha colaborado con soportes textuales y orales con otros artistas del país en varios proyectos de arte contemporáneo. Hoy se cuida del bicho porque no es negacionista y recuerda, ya saben: que aunque “caballo sea la noche”, el Caballo tiene que ser aprensivo.

"Cabeza quemada", "Tabla de mareas", "Ocúpate de la noche", "La hierba del cielo", "Cuerpo ciego", "Cuatrocientos cuerpos", "Apuntes de viaje a Nurdo" y "Habilidad con los caballos" hablan de su prolífica producción compositiva.

Su último libro, "Habilidad con los caballos", es una recopilación coeditada por Severo Editorial y USFQ PRESS, casa editorial de la Universidad San Francisco de Quito. El poeta conversó con diario El Telégrafo a propósito del lanzamiento de su nuevo poemario, programado para los próximos días, y de sus 30 años apelando a la aliteración, a la sinestesia, a la metonimia, a la palabra.    

¿Cuándo descubrió Roy Sigüenza que lo suyo era la poesía? 

En la Escuela. Empecé declamándola en las llamadas “Horas Sociales”, movido por mis profesores que, entonces, todos ellos tenían gustos parnasianos y modernistas, aunque más parnasianos que nunca y si eran cuencanos, mejor. Es posible que todo haya comenzado ahí; aunque a mí me gustaba dibujar, y los colores, las cajas de colores… 

La poesía es el arte de poner la aorta en el puño. ¿Qué emociones afloran cuando compone sus versos? 

A veces “no caigo en cuenta” en mi estado emotivo –ni corporal porque en esto interviene el cuerpo- y el texto fluye y podría cerrarlo ahí mismo. Otras veces no. Pero en uno y otro caso vuelvo al texto hasta que considero que ya no puedo avanzar ni retroceder más. Hay que confiar en la cabeza, es ella la única que te dice hasta aquí, no cedas y tienes que confiar en ella. Pero con todo, siempre hay que estar vigilante. 

En poesía una cosa es lo que se escribe, otra lo que se quiere escribir y otra lo que se interpreta... ¿Algo que agregar? 

Sí. A mí leer poesía me lleva a escribir. Algunos poemas que he escrito se originan en este encuentro no convenido con otros poemas. 

Treinta años de poesía es casi toda la vida de Lorca, ¿cuántas veces hizo ósmosis con la palabra? 

Me lo pones difícil. Lorca es único, pero todos tenemos lo que sería “voces particulares” y la mía ya está ahí –para bien o para mal, o ambas cosas- en el libro que está por publicar la editorial Severo y USFQ PRESS. Pienso que vamos configurando un fondo nemotécnico de “ars poética” ajena y propia a las que, si le sumamos tu experiencia de vida –toda ella: la que tiene luz o es solo un grumo oscuro-, la “ osmótica” , como tù dices, ocurre…

Que un portovelense sea uno de los poetas con mayor trayectoria y solvencia poética del país es una hazaña, pero sobre todo una señal de que exuda versos, más aún en un país donde el arte, o su desarrollo, se ve circunscrito a las grandes ciudades. ¿Poeta (profeta) en su tierra? 

Y, bueno, esto que me dices es más complicado todavía. Si lo piensas así, te lo agradezco; pero la verdad es que como somos terrenos –tal vez demasiados terrenos- lo que tenemos los poetas en mi país son –dicho en lenguaje de mi city- “purititas necesidades”. Jajaja… No, pasemos. Y sí, raro.

Portovelo es una joya histórica de la que vivo enamorado, aunque sea un amor no correspondido o muy mal correspondido (risas). Yo considero que el talento que tenemos para algo –aquello que se entiende desde los Clásicos como Don Quijote, sigue siéndolo ahora mismo -o debería-) se manifiesta y perdura, incluso, “bajo tierra”. Como el deseo “de verdad y de belleza”, o como quiera que se entienda estas dos palabras, ahora que se habla de “realidad líquida” y de “la muerte de la poesía".

Dice la lingüista Ivonne Bordelois que el cenit de la palabra es la poesía y que por eso cuando se deja de enseñar este recurso literario en los colegios se comete un genocidio mental... Hacen falta la metáfora, el símil, la cadencia... ¿Qué piensa usted? 

Es posible que a esto también se deba que, particularmente en el Ecuador, el nivel de locución de la sociedad local haya caído tan bajo y ahora mismo esté presa, no solo de la demagogia, como decía mi admirado Joseph Brodsky . El “ars poético” también tiene un “ars ético”, como sabemos. La poesía es necesaria -siempre lo ha sido ¿cierto?- aunque quizá los poetas no tanto…

Desde "Cabeza Quemada" hasta "Memorial de la boca" han transcurrido tres décadas. ¿Cómo observa al poeta Roy Sigüenza de hace 30 años? 

En este caso supongo que son “los otros” quienes pueden ser más objetivos que yo. Yo podría decir maravillas de mí y de mis escritos, incluso siendo honesto (jajajaja). 

Habilidad con los caballos, obra conmemorativa a sus 30 años de carrera, recaba todo su trabajo poético. La pulsión, ese halo concupiscente de sus primeros poemas, ha migrado para dar más espacio a lo fraternal (madre, padre, nutrias, San José)... 


En realidad algunos poemas de esta última parte del libro –“Memorial de la boca”-, donde se constata esa migración, los tenía en una especie de “carpeta de borradores”· que fue donde los encontré, en su mayoría, durante la cuarentena. Esos días puede ver a mi madre con más claridad y a los bichitos que circulaban por el aire y las aguas del Río Amarillo –que está al pie de la casa-, dueños de ellos mismos. No sé si esos poemas son homenajes a la naturaleza o solo a los animales quienes, al fin, podían respirar “a sus anchas” en tanto los seres humanos estábamos confinados a la “locura de la casa”. El erotismo es muchísimas cosas…

En el prólogo de su libro, María Auxiliadora Balladares remarca que su poesía está atravesada por un órgano sonoro, sensorial y vital. Muerde, arranca, desmiembra... ¿Es un fetiche en su vida la boca? 

Es una forma de poner en cuestión “al corazón”, al que, si lo dejas que guíe tu escritura, te pierde. La boca, que está muy conectada a la función de la lengua, es menos pasiva y se la puede responsabilizar por lo que hace, dice o calla. La boca en la poesía ecuatoriana no es muy protagonista que digamos, siendo como es un precioso cuenco de agua… 

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