El viernes en la Casa de la Música, la música de Antonín Leopold Dvořák, Engelbert Humperdinck, Félix Mendelssohn y Eduardo Angulo resonó desde una guitarra y un violonchelo. El repertorio estuvo a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional, con el boliviano Mauricio Otaza como director.

Los músicos invitados se robaron los aplausos. Uno de ellos fue el alemán Michael Tröster, que entonando su guitarra mantuvo la concentración del público en sus blancas manos mientras rasgaba las cuerdas o le daba algunos golpes suaves sobre la madera.

Tröster, considerado uno de los más renombrados guitarristas clásicos de Alemania, en los últimos 20 años, interpretó ‘Allegro assai’, ‘Andante’ y ‘Allegro vivace’ en una intervención que duró aproximadamente 24 minutos.

El violonchelo estuvo a cargo del español-ecuatoriano Francisco Vila. Él se fue de Ecuador a los 8 años y desde entonces inició su carrera musical. Aseguró sentirse muy honrado de volver a su país y tocar por primera vez junto a la Orquesta Sinfónica Nacional.

Además se trataba de la primera ocasión que tocaba como solista en Ecuador. ‘Allegro’, ‘Adagio ma non troppo’ y ‘Allegro moderato’ formaron parte de su repertorio.

Vila fue el encargado de concluir la velada. Sorprendió al público al salirse de la programación y entonar, con los ojos cerrados y ante la mirada y silencio de su compañeros de escena, la Zarabanda de la tercera suite de Johann Sebastian Bach.

“El final me pareció impresionante” aseguró Lorena Corral, una de las espectadoras, quien además dijo haber disfrutado de las obras de todos los compositores.

Las paredes y el piso vibraron en cada una de las piezas musicales, los finales fuertes y sonoros hicieron que el público aplaudiera con efusión en más de una ocasión. (I)