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Los espacios independientes buscan formalizarse a través de una ordenanza

Hace tres años los espacios de artes escénicas, lecturas conjuntas, talleres y encuentro han crecido en la ciudad.
Hace tres años los espacios de artes escénicas, lecturas conjuntas, talleres y encuentro han crecido en la ciudad.
Foto: Archivo / El Telégrafo
07 de marzo de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Los espacios independientes de artes escénicas, lecturas y encuentros culturales funcionan desde la informalidad en Guayaquil. En los últimos 3 años la activación de este tipo de lugares ha llegado a concentrar la agenda diaria de cultura, pero entre las actividades que plantean (performance, danza, teatro) y las que les generan ingresos (talleres, venta de comida y bebidas) no existe una norma legal que los acoja. No son bares, cafeterías, teatros formales, ni librerías; son espacios transversales de arte.

Al menos 10 de los gestores que trabajan en este tipo de actividades han desarrollado una propuesta conjunta para la Alcaldía de Guayaquil, la cual esperan pueda convertirse en una ordenanza que contenga la actividad de los espacios ya creados y aquellos que se generarán en el futuro.

Quienes buscan promover esta normativa están de acuerdo en algo: “Estos lugares van a seguir funcionando con o sin ordenanzas”. Sin embargo, “la idea es trabajar desde las normativas, sobre todo por un asunto de temor porque cuando no tienes autorización pueden venir a clausurarte”, dice Aníbal Páez, actor y gestor de La Fábrica, un espacio que actualmente funciona como una escuela de danza, pero con actividades que han ido diversificándose como talleres, exposiciones de arte, fotografía y hasta ciclos de cine.

La convocatoria para plantear una nueva normativa al Municipio ha tenido varias facetas. El año pasado la idea era acoger espacios únicamente de artes escénicas, pero la oferta que existe en la actualidad en el entorno cultural es más plural. Esto ocurre en lugares como Estudio N o La Casa Cino Fabiani. En ambos casos la propuesta que generan no es solo desde lo escénico, también hacen conciertos, exposiciones de arte, talleres de lectura, entre otros.

“Para nosotros la idea es transgredir, tratar de traspasar a las personas desde ciertos aspectos. Hacemos curaduría y queremos que la gente que se apasione se encuentre en un mismo lugar y se active”, señala Kristel Freire, una de las gestoras de Estudio N, un departamento que funciona en el centro de la ciudad con contribuciones por cada una de las actividades que realizan, aunque en la mayoría de los casos no tienen una ganancia mayor a $ 25.

La propuesta que buscan llevar a la Alcaldía trata de aglutinar como excepcionalidad espacios con tres actividades en una. La de formación y talleres (tanto a nivel interno y como abierto al público), presentaciones de performance, danza y teatro, así como un sitio para cafetería.  

En pos de nuevos espacios

El año pasado inició la construcción de dos nuevos espacios teatrales para la ciudad, gestionados por el Municipio de Guayaquil y cuya construcción la ejecuta la Fundación Guayaquil Siglo XXI.

Ambos están en el centro, próximos a la actual zona rosa. Uno de ellos es el Teatro Experimental, que se convertirá en la nueva sede de Muégano Teatro, dirigido por Santiago Roldós desde la conformación del grupo, en 2000.

El otro espacio que se habilitará será en Las Peñas, en la Casa Pintado. Esta será la sede de la Fundación Albert Paulsen y funcionará un estudio de enseñanza actoral de la técnica Meisner, dirigido por el dramaturgo y periodista Carlos Ycaza.  

El costo de obra en ambos casos supera los $ 300.000 y surge luego de la propuesta de proyectos desde las agrupaciones directamente con el Municipio. Habría una tercera casa en la que funcionará otra sede de la Compañía Daemon, que dirigen Denisse Nader y Jaime Tamariz. Estos gestores actualmente llevan Microteatro, en Guayaquil, en la ciudadela Miraflores, un espacio que mantiene la dinámica de teatro en formato breve, acompañado de otras actividades.

En el caso de Muégano Teatro, el nuevo lugar no se acogerá a otras dinámicas, sino que mantendrá la que han gestado desde el sur. Desde su formación, en Madrid, “establecerse en Guayaquil, el propósito de Muégano era abrir, precisamente aquí, un espacio para un teatro no complaciente, conectado a las necesidades profundas de una audiencia urgida de deliberación y extra cotidianidad”, dice Santiago Roldós.

Ahora mantendrán la triple función, “sede de experimentación, entrenamiento cotidiano y creación del grupo; sala de teatro abierta a otras teatralidades y manifestaciones; y la escuela laboratorio, que ahora funcionará con mayor regularidad, con una oferta permanente”, manifiesta Roldós.

Bajo esta lógica se fortalecerá la propuesta que busca activar otros espacios escénicos a través de una ordenanza y que, además, plantea diversos modos de incentivo para la producción que tal vez, a futuro, podría funcionar como las salas concertadas de Bogotá.

Según Páez, estos lugares, además de generar una agenda que no promueven espacios formales en la ciudad, como el Teatro Centro de Arte, reactivan sus zonas, funcionan como espacios de “acupuntura cultural”, y dinamizan la economía y las actividades en sus alrededores. (I)

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