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La vida de Adele llevó al cine el rostro de una Francia dividida

La vida de Adele llevó al cine el rostro de una Francia dividida
28 de mayo de 2013 - 00:00

Cannes, Francia.- El amor homosexual y la violencia marcaron el 66º Festival de Cannes, cuya Palma de Oro recompensó por primera vez a un filme que habla del amor gay, en un momento que  el tema está en debate en Francia, y premió como mejor director a Amat Escalante, que ofreció en “Heli” un devastador retrato de un México corroído por el narcotráfico.

El pasado domingo, mientras en Cannes el jurado, presidido por el productor y realizador estadounidense Steven Spielberg, daba su máximo premio a “La vie d’Adele” (La vida de Adele), una historia de amor entre dos mujeres, en París una marcha contra la reciente legalización del matrimonio gay terminaba con choques con la Policía y unos 300 arrestos.

El premio a la película del francotunecino Abdellatif Kechiche y a sus asombrosas intérpretes, Adele Exarchopoulos y Lea Seydoux, que protagonizan largas secuencias de sexo lésbico, es “un premio al buen cine, y no un premio político”, declaró uno de los jurados, el cineasta rumano Cristian Mungiu.

“Es una historia de un amor profundo y de una pena de corazón profunda”, dijo Spielberg, que alabó el “brillante” trabajo de las dos “magníficas y asombrosas” actrices francesas y el “coraje” demostrado por el realizador de origen tunecino y criado en Niza (sur de Francia).

El realizador -que entró, con sensibilidad pero ningún pudor en el dormitorio, para filmar escenas muy gráficas de amor lésbico- dijo en Cannes que su prioridad no era enviar un mensaje político.

Escalante: vengan a México y verán que está en todas partes. Los diarios muestran cabezas decapitadas“La vie d’Adele”, cuyo título en español sería “El azul es el color más cálido”, no milita en favor del amor homosexual -aunque incluye una manifestación del orgullo gay y otra a favor de la escuela pública- pero esboza magistralmente con muchos matices el retrato de una adolescente que descubre su sexualidad, el amor, el dolor y la soledad.

El director dedicó su premio a “esta bella juventud de Francia (...) que tanto me enseñó acerca del espíritu de libertad” y a “otra juventud (...), la de la revolución tunecina, por su aspiración a poder vivir también libremente, expresarse libremente y amar libremente”.

Kechiche se inspiró libremente del cómic “El azul es un color cálido”, de Julie Maroh, que se desarrolla en la década del 90, en un momento de gran activismo homosexual. Pero el realizador explicó en Cannes que él había preferido centrarse en sus dos personajes, y “en los encuentros entre ellas”.

EL PALMARÉS

Gran premio: ”Inside Llewyn Davis”, de Joel y Ethan Coen.

Premio de interpretación femenina: Berenice Bejo por su papel en “Le passé” (El pasado).

Premio de interpretación masculina
: Bruce Dern por su papel en “Nebraska”.

Premio del guión:
Jia Zhangke por “Tian Zhu Ding” (“A touch of sin”).

Premio del Jurado: ”Like Father Like Son”, de Hirokazu Koreeda.

Cámara de oro: ”Ilo ilo”, de Antony Chen (Singapur).

Palma de Oro del cortometraje: ”Safe” de Byoung-Gon Moon (Corea del Sur).
El tema del amor gay estuvo presente en todas las secciones del festival, que incluyó en su concurso por la Palma de Oro un filme de Steven Soderbergh sobre el extravagante músico Liberace, interpretado por Michael Douglas, y su joven amante, bajo la piel de Matt Damon, que se fue con las manos vacías.

“Mi vida con Liberace” fue hecha para la televisión porque no halló productores que la financien en Hollywood, por lo que no tiene el aliento cinematográfico que impregna todo el filme de Kechiche.

La violencia

Otro tema fuerte fue la violencia, y la sangre corrió en muchos filmes que aspiraban a la Palma de Oro, lo que llevó a muchos críticos a interrogarse sobre la necesidad de mostrar tanto ensañamiento.

“Lo que yo muestro no es nada comparado a lo que pasa en una parte de México”, declaró  Escalante, cuya película empieza con un hombre ahorcado en un puente e incluye escenas gráficas de tortura que repugnaron a algunos críticos que dejaron la sala.

“Me extraña que mi película pueda repugnar”, dijo Escalante tras recibir el premio,  el mismo  que coronó el año pasado a su productor, mentor y amigo Carlos Reygadas.

“Creo que los críticos que se dicen chocados por la violencia” en “Heli” y “que lo han dicho en sus Twitters, son bastante cobardes. Les digo ‘vengan a México’ y verán que está en todas partes. Los diarios muestran cabezas decapitadas, cuerpos quemados, brazos cortados”, dijo.

“Yo quería mostrar en mi filme cómo es esa realidad, para que la gente sienta esa violencia, en todo su dolor”, prosiguió Escalante, que con este premio confirma que la cinematografía de México es una de las más fértiles en el mundo, como no se cansa de repetir Thierry Frémaux, el director artístico del festival.

También se vieron brazos cortados y mucha sangre en filmes de Japón, China... “Pero esas imágenes no provocaron Twitters de los críticos”, se indignó Escalante.

La recompensa de Escalante no es un premio a la violencia en las pantallas, sino al buen cine, dejó claro el jurado, uno de los más brillantes y audaces en la reciente historia de este festival, que ha premiado filmes con proyección en el cine del futuro.

KECHICHE, UN DIRECTOR DE CINE HUMANISTA

El francés Abdellatif Kechiche, de 52 años, que obtuvo la Palma de Oro por “La vie dAdele” solo hizo seis películas, pero este actor que pasó del otro lado de la cámara tiene el don de conquistar recompensas por sus crónicas humanistas.

“La vie dAdele” sorprendió en la Croisette, no tanto por su temática -una tórrida pasión amorosa entre dos mujeres jóvenes mostrada con escenas de sexo explícito- sino por la forma en que mita los tormentos del amor y la adolescencia.

Mediante un tratamiento universal, el filme va más allá de la orientación sexual, y embarca por completo al espectador en esta conmovedora historia en la que los personajes, interpretados por Adele Exarchopoulos y Lea Seydoux, acaparan la pantalla.

Como para sus otras películas, el cineasta imprimió en esta su estilo: trabajar con un juego actoral lo más natural posible. “Es un enfoque que consiste en ver cómo se puede alcanzar la verdad -entre comillas- de un personaje y deshacerse de la actuación, sabiendo que es imposible deshacerse de ella por completo”, explica el cineasta.

Oriundo de Túnez, donde nació el 7 de diciembre de 1960, Kechiche llega a Niza a los 6 años. En la primera incursión en el cine obtiene el papel principal en “Té a la menta”, en el que interpreta a un inmigrante argelino.

Autor de guiones, Abdellatif Kechiche halla en Jean-François Lepetit un productor dispuesto a financiar su primera película, “La culpa la tiene Voltaire”, la historia de un joven tunecino recién llegado a París que se enamora de una joven un poco perdida en la vida.

La película estrenada en 2000 recibe el León de Oro a la primera obra de la Mostra de Venecia.

En 2004 regresa a la dirección con “LEsquive” (La escurridiza). Esta sutil película, que cuestiona los clichés acerca de los inmigrantes de los suburbios, es saludada por una crítica unánime. Y se lleva un César por mejor película, mejor director y mejor guionista.

En 2008 vuelve con “La Graine et le Mulet” (Cuscús) cálido retrato de una familia francotunecina. Y vuelve a cosechar los mismos premios César.

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