Ecuador, 29 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

“La supuesta visibilidad oculta los dispositivos de control político” (2)

“La supuesta visibilidad oculta los dispositivos de control político” (2)
03 de octubre de 2013 - 00:00

¿Quién es? Nombre completo: Francisco Sierra Caballero. Profesión: Es también catedrático y estudioso de la comunicación. Nacionalidad: Española. Trabajo actual: Director de Centros Asociados del Consejo Directivo de la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social.

Con los tratados de libre comercio y las políticas neoliberales usted ha denunciado que se genera expropiación de la información a través de las leoninas cláusulas de propiedad intelectual ¿Cuál es el alcance de esa expropiación?
El alcance es vital porque afecta  a  las tecnologías y a las telecomunicaciones, por eso América Latina debe tener en la agenda, porque no puede ser a nivel nacional, una política pública que cuestione las estrategias de expropiación de los sistemas de propiedad intelectual porque esto afecta, por ejemplo, a la industria del conocimiento, a todos los procesos de investigación y desarrollo, en áreas sensibles como la biomedicina o la farmacéutica. Es evidente que afecta el desarrollo nacional, pero también a  la industria agropecuaria de grandes multinacionales, como Monsanto. En el campo de la comunicación es decisivo, porque los sistemas de propiedad intelectual que nos imponen los acuerdos comerciales terminan generando un sistema de tecnologías dependientes por parte de los países del Sur, de dependencia cultural, de pérdida de soberanía informativa y de imposibilidad de construir un programa, una política, acorde a las necesidades nacionales. Por lo tanto debemos enfrentar, como punto clave del conflicto en la sociedad global de la información, un derecho de propiedad intelectual, eso pasa por limitar en el tiempo y en el espacio esos derechos corporativos de las grandes corporaciones. En segundo lugar, asumir una defensa de los derechos colectivos y comunes; por ejemplo, los derechos patrimoniales que son objeto de vulneraciones en las comunidades tradicionales, rurales y de los pueblos indígenas, defendiendo los derechos comunes y propugnando por una regulación de la propiedad patrimonial, del conocimiento y material acorde a las necesidades locales frente al modelo de cercamiento y privación que es evidente en el caso de la ciencia y tecnología, pero que afecta también a las culturas tradicionales de los pueblos originarios. En ese ámbito es estratégico para otra sociedad del conocimiento y para otro modelo de desarrollo que América Latina, especialmente la Unasur, haga un frente común y se module otro modelo de regulación plural y abierto que defienda los derechos comunes y colectivos de los pueblos originarios, frente a los intereses de las grandes corporaciones del norte.

También ha señalado usted que las políticas de la sociedad de la información se inspiran en el principio de la falsa transparencia. ¿Por qué?
El concepto de falsa transparencia tiene que ver con la tradición de la ciencia moderna, del pensamiento ilustrado, de esa visión de ver igual al poder, y está inspirado en todas las políticas públicas de transferencia de tecnología, de capital de conocimiento y de la modernidad. Lo que cuestionamos con el conocimiento del Buen Vivir es una práctica de la comunicación centrada en los imaginarios, en los relatos, en las formas de ser, pensar y conocer de las culturas locales, y la paradoja más evidente de esa falsa transparencia es la que tenemos en el periodismo que previsiblemente nos informa de lo que sucede en Siria, pero como demostraron los cables de WikiLeaks, como se  expone en las formas de espionaje de video control y televigilancia en las redes sociales y en el sistema global de medios, lo que tenemos es un sistema de control para la guerra, por lo tanto esa supuesta visibilidad que nos permite tener acceso a la realidad, lo que está ocultando son los dispositivos de control de vigilancia de video política del orden global, en la que extiende su maquinaria de terror sea en el conflicto de Siria, antes en Irak, Afganistán, en los conflictos globales por las luchas del petróleo o de recursos estratégicos como el agua.
La idea de que Internet nos hace libres es el dispositivo de control y vigilancia del capitalismo


En la comunicación, la propiedad intelectual que nos imponen los acuerdos comerciales generan dependencias
En consecuencia, la falsa transparencia es esa concepción moderna, positiva, ilustrada de la razón, de la razón terrorista, de la razón totalitaria que no piensa que todo relato, que todo discurso, que toda práctica de observación y conocimiento, tiende a ocultar los dispositivos de poder y de control como sucede en la red global, como lo reveló de algún modo WikiLeaks, en los conflictos por la lucha del código que hoy se puede observar en el caso de la red de Internet.
Por eso, hoy uno de los debates es el de la propiedad intelectual y de la gobernanza de Internet frente a esos sistemas de video vigilancia. Decía justamente uno de los pioneros de la sociedad del espectáculo, Guy Debord, que en la era de la máxima transparencia, de la visibilidad total, de la iluminación, de la información, de la mediación hipertotalitaria, justamente el secreto es la norma y no la excepción, y eso es lo que estamos observando, el secreto y la ocultación de los papeles del Pentágono de la información sensible y real que afectan los intereses estratégicos, el develamiento de cómo Estados Unidos sistemáticamente ha espiado no solo a los países de América Latina, sino también a la propia Unión Europea y a los dirigentes de Alemania, de Francia, de Inglaterra, para sus propios intereses estratégicos, incluyendo entre ellos el propio espionaje económico. Esa ilusión de transparencia, la falsa idea de que Internet nos hace libres, que la información nos libera de la realidad, es este dispositivo positivista, moderno, de control y vigilancia que oculta las formas de poder y control que se dan en la aldea global del capitalismo.

La expedición de leyes regulatorias de comunicación en países como Ecuador, Argentina, Bolivia, Venezuela, Uruguay, ¿en qué medida contribuye a democratizar tanto el acceso a los medios como a su democratización?
Yo creo que tanto en el caso de Ecuador como de Argentina esas leyes tienen como aporte principal y fundamental, en términos de economía política, el que conforman un sistema de comunicación, una estructura de información de medios nacionales más equilibrada, inaugura de algún modo un modelo de regulación que para Argentina es emblemático, establece una ley de tres tercios en la que halla un sistema comercial privado, un sistema público estatal y un sistema comunitario de la sociedad civil. Esa estructura desde luego es equilibrada en términos de voces de acceso al ejercicio del derecho de la información, es un primer paso importante de democratización, el ejercicio del derecho no puede ser simplemente una abstracción, una forma no concreta de mediación en términos de acceso a los canales de información y de difusión pública, y la primera mudanza en los casos argentino y ecuatoriano, creo que es importante para establecer redes democráticas y de deliberación pública. La segunda dimensión tiene que ver con el modo de articular esa política pública, creo que una de las novedades del caso argentino especialmente, y también en Ecuador, es que se ha situado en la agenda pública, en la agenda de deliberación de nuestras democracias, el tema del papel de los medios y de los derechos públicos, y en ese sentido no solo regularon los legisladores, los representantes, la soberanía popular en el Congreso de ambos países, sino también hubo un debate de agentes culturales, de artistas, de profesionales de la información, de organizaciones ciudadanas, de medios comunitarios. Es decir, de diferentes actores y eso es también un ejercicio, una lección de democracia, que el debate sobre las políticas públicas, sobre el modelo del sistema de comunicación debe contar con el máximo de actores públicos, por ejemplo las comunidades indígenas, siempre olvidadas y que no tenían posibilidad de tener medios en su propia voz como sucedía hasta la llegada del gobierno de Evo Morales, en el caso de Bolivia, y que hoy, por fin, tiene medios comunitarios de su propiedad vinculados a las comunidades, en su lengua, en aimara, y desde luego construyendo agendas de información y comunicación desde su visión. Esto ya es un aporte y un avance democrático bastante sustantivo que no se da, por ejemplo, en Europa, ni mucho menos  en Estados Unidos, pese a que realmente se presente por parte de los radicales liberales como modelo de referencia. El ejemplo de Argentina es de equilibrio de estructuras de acceso y participación en la política pública  como en el caso de Ecuador o Venezuela en su momento.

Finalmente, hablemos del 15M habida cuenta de que, por su nacionalidad española, conoce muy bien el proceso y desencadenamiento de este movimiento social que ha conllevado un gran contenido comunicacional. Sin embargo, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman dice que al 15M le faltó pensamiento porque es más emotividad, mientras que el especialista en comunicación Manuel Castells habla, en cambio, de que hoy la sociabilidad está en Internet y agrega que en buena medida, hoy los movimientos sociales se suscitan en él por toda la capacidad de conformar redes. ¿Cuál es su opinión al respecto?
No comparto el juicio del ilustre profesor Zygmunt Bauman por dos razones: se dan, por ejemplo, movimientos de acción colectiva que algunos autores, como Raúl Zibechi, analizan  en el caso de América Latina y que demuestran que en buena medida, todos los procesos de movilización, por medio de las redes sociales, tienen un componente afectivo. Siempre, históricamente, el movimiento obrero se movilizó a través de la propaganda y el uso del periodismo como un agitador de conciencias, el propio Marx era un gran propagandista y polemista en la prensa de la época, y esto ha sido un condicionante.
La diferencia con las redes sociales es que permiten autonomía. El 15M es un ejemplo en el sentido de nuevas retóricas, nuevas narrativas, nuevas estéticas de la protesta, pero sobre todo, nuevos modelos de organización en red. Y esto ofrece en el sentido que señala Castells, modalidades de acción colectiva impensables.
Alberto Melucci, un gran intelectual sobre los movimientos sociales y la identidad cultural colectiva en los procesos de movilización, apuntaba que en la era de la sociedad de la información asistimos a un nuevo ciclo de luchas.
El 15M, como algunas protestas, como la Primavera Árabe, anticipa de otra lógica de articulación, también de la emergencia de una nueva subjetividad política, de una nueva sensibilidad, o para citar a Walter Benjamín, un nuevo sensorium en la era hipermoderna o intermediatizada de las tecnologías de la información. Frente a los que anticipan que Internet y las redes sociales son formas de fragmentación del espacio público, de balcanización, procesos como el 15M demuestran que, antes por el contrario, son formas de intervención práctica, operativa y real. Todo el movimiento de la lucha contra los abusos de la banca y del capital financiero, en el trabajo que se hace, creo que de manera   innovadora, en la defensa de una iniciativa legislativa popular para regular los derechos hipotecarios de los ciudadanos desahuciados de su vivienda, en los procesos de movilización en los barrios para plantear debates que no se habían dado en España, como la posibilidad de una banca pública que defienda el interés nacional; el conjunto de la población, todo esto, repito, ha sido posible por las redes. Dicho esto, no significa como a veces se puede deducir de la lectura de Manuel Castells que las protestas hoy son a través de las redes sociales. El 15M fue efectivo porque combinó lo virtual con lo presencial, lo físico y lo simbólico, las narrativas de red y las formas de organización popular tradicionales. En ese momento asistimos a esa nueva etapa de ciclos, de lucha de conflictos en lo que lo virtual evidentemente es un espacio de construcción de ciudadanía digital y de lucha y de reactualización de lo que sería el derecho de la vivienda hoy en día, también en el plano de las redes de Internet y de la tecnocultura;  pero por tanto, aproximándome más a esta lectura de Castells, habría que ver qué tipo de mediación y qué papel tienen las políticas públicas para que la gobernanza en Internet frente al espionaje de Estados Unidos sea abierta y autónoma para la ciudadanía.

LOS ESTUDIOS DE COMUNICACIÓN, EL CAMPO DE SIERRA

Cuando vino a Ecuador a participar de la Cumbre para el Periodismo Responsable (Cupre), desarrollada en Guayaquil en este año, su carta de presentación fue: “Su trabajo científico se centra en la teoría de la comunicación educativa, bajo la premisa de que los medios de comunicación reemplazaron a la escuela y a su acción hegemónica”.

El texto Ciudadanía, Tecnología y Cultura. Nodos conceptuales para pensar la nueva mediación digital (Gedisa, 2013), donde es autor y coordinador, plantea una reflexión sobre la relación Ciudadanía-Nuevas Tecnologías de la Información. “Experiencias como el movimiento del 15M en España o Yo soy 132 en México -sostiene la editorial Gedisa- permiten una lectura crítica del espíritu McBride (un documento de la Unesco publicado en 1980 que plantea -grosso modo- un mundo, múltiples voces) en la demanda de derechos culturales por parte de las multitudes.

Así, la teoría crítica de la mediación se ve obligada a definir nuevos conceptos y una nueva ecología del saber comunicacional pensada desde el Sur y desde abajo; teniendo presente siempre la importancia de las nuevas tecnologías digitales en los procesos de intercambio y reproducción social, ya que estas condicionan la participación y convivencia de los ciudadanos”. Él ha coordinado y escrito otros 24 libros y ha colaborado en más de un centenar de ensayos.

Contenido externo patrocinado