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La Fiesta del Florecimiento, un reencuentro con las raíces

La Fiesta del Florecimiento, un reencuentro con las raíces
05 de febrero de 2013 - 00:00

La explosión de tres camaretas en el cielo nublado del Otavalo marcó el inicio de la Fiesta del Florecimiento en la comunidad de Peguche. Aquella tarde del sábado pasado un grupo de nueve danzantes, tres de ellos ubicados en el centro, comenzaron a girar y a zapatear.

Los indígenas del centro eran quienes marcaban el ritmo con un bombo y le ponían la melodía con flautas y zampoñas al yumbo, ritmo ancestral, propio de los indígenas andinos de la Sierra del Ecuador.

Un trío de jinetes muy particular avanzaba luego de los danzantes por la calle Coraza, de Peguche. Se trataba del personaje principal de la fiesta y sus discípulos. Martín Perugachi, de 12 años, con un sombrero negro y traje blanco, pintado su rostro del color de su atuendo y con grandes cadenas y bisutería dorada, representaba al Coraza.

“Pocas veces un jovencito tiene la suerte de ser designado por el prioste mayor de la fiesta como Coraza. Es una gran responsabilidad, pues el Coraza es un ejemplo de sabiduría y buenas costumbres. Pero, además, la elección llena de bendiciones para siempre a quien lo encarna”, explicó Jesús Chicaiza, un anciano de 72 años, quien ha celebrado el Pawcar Raymi durante toda su vida.

Chicaiza, caminando junto al desfile, extrajo recuerdos de su memoria para destacar que el Pawcar Raymi es una fiesta milenaria.

Ensaya una explicación cruzada por la actualidad y por el pasado: “Esta tradición la aprendimos de nuestros ancestros, solo que ahora se la organiza con fines comerciales y turísticos. El evento como tal solo tiene 18 años de existencia. Pero la Fiesta del Florecimiento, llamada así porque llega con las primeras lluvias de la temporada, donde las plantas que sembramos nos muestran su belleza, se remonta incluso a tiempos que preceden a esta era que solo tiene 2013 años”.

Unos metros más atrás, cargando una réplica de la copa mundial de la FIFA en su mano derecha y en la izquierda la alpargata de oro transportada en una urna de cristal, desfilaba Luis Perugachi, prioste mayor del Pawcar Raymi Peguche Tío 2013, como se le llama oficialmente a esta fiesta de carácter originario.

A lo largo del trayecto, hasta llegar al estadio de la parroquia Miguel Egas Cabezas, propios y extraños se asombraban por la belleza de los trofeos. “La réplica de la copa mundial de la FIFA es el premio al equipo que se consagre como campeón en el Mundialito Indígena que se juega durante 11 días. Y la alpargata de oro será entregada como cada año al jugador que anote más goles en el minitorneo”, contó Perugachi, la mayor autoridad de la comunidad hasta que concluyan las celebraciones del Pawcar Raymi.

El organizador informó que, para la edición 2013, diez equipos conformados por indígenas otavaleños que viven en todas partes del mundo, pero que para estas fechas retornan a su tierra para reencontrarse con su gente y tradiciones, competirán para consagrarse campeones mundiales del Pawcar Raymi. “Hay otavaleños que viven en Italia, España, EE.UU., Suiza, México, Venezuela, Australia, Alemania. Y justamente, porque viven allá, vienen a representar informalmente a esos países”, compartió Perugachi.

Don Luis se detiene. Medita un poco. ¿Qué significa Pawcar Raymi? Explica: “Son términos del lenguaje aimara. Su significado es muy extenso, pero principalmente es un culto a la Pacha Mama (Madre Tierra) por permitirle a las plantas que nosotros sembramos, nacer, crecer y alimentarnos. Pero desde otro punto más antropológico, el Pawcar Raymi se acerca al concepto de la policromía de colores. Esos que se crean cuando las gotas de lluvia se unen con el Sol y la tierra”.

Según Mario Conejo, alcalde de Otavalo, quien también participó en el desfile, nueve de cada diez migrantes vuelven en esta temporada. “Antes lo hacían en junio, cuando se celebra el Inti Raymi. Sin embargo, las realidades han cambiado y en esa época nuestros migrantes trabajan. Por eso, desde hace unos 10 años el Pawcar Raymi ha tomado una importancia trascendental en la vida de los pueblos de Otavalo”.

Hasta el estadio antes mencionado también llega un grupo de mujeres. Con la vestimenta de la típica mujer otavaleña. Todas tienen en sus cabezas una frazada que fue soporte para  transportar en una canasta hecha de totora -aquel material con el que se hace el petate- las ofrendas a la Madre Tierra.

Unas llevan sobre sí mote, otras papas cocidas, gallinas de campo hervidas, frutas y verduras. En el centro del estadio, las mujeres de la comunidad, lideradas por la esposa del prioste mayor, besan la tierra en agradecimiento por sus cosechas del  período anterior. Elevan sus canastas al cielo. Enseguida las ofrendas, sobre hojas de diversas plantas, se mezclan para crear el “picadillo” (unión de granos como el chocho, arveja, mote, fréjol, melloco y papas).

En menos de 5 minutos, la mayoría de los asistentes tiene en su mano una bandeja con picadillo, frutas y pollo. “Es una réplica en miniatura del mediano”, indica Mercedes Guatemal, una de las mujeres que reparte los productos que la Pacha Mama les regaló.

Ese ritual marca el inicio oficial de la fiesta del Pawcar Raymi, que se extenderá hasta el 14 de febrero. Eventos y rituales tradicionales como el Tumarina, donde los asistentes pueden ingresar a las fuentes sagradas de agua de las comunidades milenarias al alba, para recibir la energía directa de la Madre Tierra y ser bendecidos por ella, se verán este fin de semana. (CAT)

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