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Circo del Sol ajusta detalles para presentación en Ecuador

Circo del Sol ajusta detalles para presentación en Ecuador
17 de noviembre de 2015 - 09:12

Bajo la carpa de circo más grande del mundo, decenas de personas trabajan en equipo para alistar los últimos detalles que pondrán a punto la presentación de ‘Corteo’, el show más grande del ‘Cirque Du Soleil’, que se estrenará en Quito el próximo 19 de noviembre.

En el centro del escenario, siete personas, entre entrenadores y acróbatas, preparan un show de trampolines, y precisan la coordinación de sus cuerpos con el escenario, la utilería y sus propios compañeros, con quienes ejecutan enormes saltos y giros aéreos sobre colchonetas de seguridad.

Agencia Andes pudo conversar con uno de sus acróbatas, Peter Linsky, quien trabaja en el sube y baja o trampolín. Él calificó a su experiencia en el circo como “muy positiva, porque he llegado a conocer mucha gente valiosa”.

Dijo del Ecuador que es un país muy bello por su naturaleza, “desde el primer día que llegué aquí salí a correr por los volcanes, es hermoso y el aire es muy limpio”, dijo en inglés el canadiense.

Al ser consultado sobre qué es lo más difícil de trabajar en el Cirque Du Soleil, aseguró que el mayor reto es mantenerse en forma, “pasamos la mayor parte del tiempo manteniéndonos seguros y cuidando de que a nuestro cuerpo no le pase nada”, dijo.

Además contó que a la semana deben entrenar entre cinco y seis horas por acto. “Ahora estamos trabajando en dos actos por semana, así que estamos entrenando más de 10 horas a la semana, aparte de las presentaciones. Además hacemos una hora de trabajo personal al día más sesiones de terapia física”, dijo, antes de indicar que estos tiempos pueden variar de acuerdo al lugar donde se encuentran.

En otros espacios de la misma tienda circense, otros artistas hacen ejercicios, practican sus espectáculos, reciben masajes o tratamientos, y se concentran en sus actos, tanto individuales como colectivos.

Hay una sala de escenografía, en la que se almacenan los implementos y decoraciones que se alternarán sobre el escenario: camas gigantes, enormes globos transparentes; bicicletas de corte antiguo, instrumentos musicales que parecen ser de museo, aros de ula ula, paraguas, lámparas colgantes, y todo tipo de artilugios fantásticos.

En otra sala, cientos de disfraces, de variadas telas, colores, tamaños y texturas, cuelgan en fila a la espera de ser tratados con la delicadeza que se merecen sus finos detalles, mientras dos mujeres los bañan cuidadosamente en vapor de agua, los limpian y los planchan.

Allí hay desde zapatillas de ballet, sombreros de copa y bombines de gamuza, hasta extravagantes capas de terciopeloa; entre vestidos, encajes, coronas, diademas, corbatines, cinturones, y un sinfín de atavíos de ensueño con colores y formas irreales.

El movimiento en la carpa es agitado, todos los involucrados cumplen su parte sin desviarse de sus objetivos, la concentración es cotidiana y la experiencia notable, pues todos saben dónde va cada cosa, y qué hacer para ubicar todo en su lugar.

La carpa fue levantada en el parque Bicentenario, en el centro norte de la capital ecuatoriana, sitio que se ha convertido en un lugar preferente para la realización de espectáculos de asistencia masiva, que incluso albergó a los fieles que asistieron a la misa papal durante la última visita del papa Francisco al Ecuador.

Aún quedan entradas disponibles para algunas localidades del espectáculo circense más importante del mundo, que extendió sus funciones en Ecuador luego de maravillar a más de 155 millones de espectadores en más de 300 ciudades de 40 países en los seis continentes.(I)

 

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