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MUERE la HIJA DE OCTAVIO PAZ y elena garro

Helena Paz Garro, entre la poesía, el exilio y sus 36 gatos

Helena Paz Garro, entre la poesía, el exilio y sus 36 gatos
01 de abril de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

Helena Paz Garro nació en México el 12 de diciembre de 1939, un día después de la fecha de nacimiento de su madre, la escritora Elena Garro, y murió un día antes de celebrar el natalicio de su padre, el poeta Octavio Paz. Como ellos, se dedicó a la escritura aunque publicó poco.   

Paz Garro, autora de Memorias (2003) y del libro de poesía La rueda de la fortuna (2007) pasó sus últimos momentos en un asilo por su complicado estado de salud, razón por la cual dejó en la casa de Cuernavaca que heredó de su padre, a sus 36 gatos. No tuvo hijos y admitía ser la responsable de que sus progenitores desarrollaran su gusto por los gatos. En un epígrafe para el volumen de cuentos Andamos huyendo Lola, de su madre escribió “Detrás de cada hombre hay una gran mujer y detrás de cada mujer hay un gran gato”.

Helena o ‘La Chata’, como la llamaba su familia, vivió muy poco de su juventud en su país natal por la carrera diplomática de Octavio Paz. Estudió en colegios suizos y franceses y luego del divorcio de sus padres en 1959 Helena y su madre fueron inseparables.

Juntas, habitaron una residencia en la calle de Alencastre, en Lomas de Virreyes en México. Ahí recibían a campesinos que apoyaban, escondieron al líder coprero César del Ángel -quien ahora dirige al grupo de los 400 Pueblos- y al poeta cubano Roberto Fernández Retamar, con quien tuvo una relación. Posteriormente, ambas fueron acusadas por el Gobierno mexicano de orquestar el movimiento estudiantil por lo que debieron exiliarse en Nueva York, Madrid y París hasta inicios de la década del 90.

Durante ese tiempo, madre e hija estuvieron bajo vigilancia de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía secreta, que entonces dirigía Fernando Gutiérrez Barrios. La relación familiar se fracturó durante décadas, en un episodio que incluye una crítica publicada por Helena a su padre tras su renuncia al cargo de diplomático en la India.

Según una publicación de la revista Animal Político, en el tiempo que vivieron en Madrid Paz y Garro, la situación económica llegó a deteriorarse al punto que pidieron limosna y se instalaron en un albergue para indigentes. La situación fue comunicada a su padre quien medió para que accediera a un empleo.

En medio de esa situación Helena había padecido de cáncer de matriz y de mama, a lo que se sumaba el excesivo consumo de alcohol y barbitúricos. Sobre sus años de exilio la escritora habría dejado un segundo tomo de memorias inconcluso.

Días antes del natalicio de su padre, Octavio Paz, Helena se refirió en entrevista a la relación que mantuvo con él. “Lo quise mucho. He aprendido a perdonarlo (…) Al final quedamos bien. Tranquilos. Nos reconciliamos”, declaró.

En los últimos años Helena se vio envuelta en varias polémicas relacionadas con su precaria forma de vida; su lucha al lado de la escritora Patricia Rosas Lopategui en pro del reconocimiento de la obra de su madre, quien acusó a Jesús Garro de tener secuestrada a Helena, pues era quien decidía por las visitas que debía tener o no.

El cuerpo de Helena fue trasladado a una famosa agencia funeraria de Cuernavaca, donde fue velada la tarde del natalicio de Octavio Paz. Su primo hermano, Jesús Garro Velásquez, afirmó que sus restos descansarán a lado de los de su madre, la autora de Los Recuerdos del porvenir, una novela emblemática que Helena rescató cuando su madre intentaba quemarlos. De esta se dijo fue la semilla del Realismo Mágico cultivado por el colombiano Gabriel García Márquez.

Rosas Lopategui, tras conocer la muerte de Helena, subrayó que con esto se termina la ‘Dinastía Paz-Garro’. Con la muerte de Helena, sostuvo, se pierde “la fuente y riqueza de conocimientos, porque nadie conoció tanto a su padre y a su madre, dos grandes figuras de la cultura y las letras mexicanas”. Así mismo, Rosas lamentó que la prensa y autores como ella no tuvieran acceso a Paz Garro, por el control de su primo. “Helena no tenía la oportunidad de comunicarse con nadie. Me llama entonces la atención que no estuviera presente (en los homenajes) y no existiera comunicado alguno que dijera que estaba delicada de salud”, afirmó.

Paz Garro habría fallecido de muerte natural, indicó su primo. Ahora está en duda la propiedad de la obra de su madre, pues ella era la heredera universal y se desconoce, hasta la existencia de un testamento o algún nombre sobre el que recaerán estos derechos.

Ayer durante el recital poético en conmemoración de los 100 años de natalicio de Octavio Paz que se realizó en el Palacio de Bellas Artes de México se guardó un minuto de silencio por quien el poeta escribió:

No dices nada, niña.

Y nace del silencio la vida en una ola de música amarilla.

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