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En Venecia dialogan latinos y europeos

En Venecia dialogan latinos y europeos
01 de junio de 2013 - 00:00

El pabellón del Instituto Ítalo-Latino Americano (IILA) de la Bienal de Venecia, inaugurado ayer, es una gran oportunidad para contemplar un diálogo entre el arte contemporáneo de Europa y de varios países de América Latina, entre los que está  incluido Ecuador.

Desde hoy hasta el 24 de noviembre, el público podrá visitar la Bienal de Arte veneciana, que en esta 55 edición ha dado mucho espacio al arte latinoamericano, tanto en los pabellones nacionales como en las exposiciones individuales.

En el pabellón del IILA, con sus curadores Alfons Hug y Paz Guevara y la comisaria Sylvia Irrazábal, bajo el título “El Atlas del Imperio”, se ha pretendido explorar nuevas relaciones del arte contemporáneo latinoamericano y sus intercambios con artistas europeos. “Hoy, algunos de los mejores artistas latinoamericanos viven en Europa, donde incluso a menudo son considerados como representantes de su nueva patria. A la inversa, varios artistas europeos de renombre trabajan en Latinoamérica”, reza el lema que preside este pabellón.

En relación a este nuevo enfoque, los representantes de Latinoamérica muestran su visión del arte contemporáneo, y también se presentan en la exposición por su vinculación con América el italiano Luca Vitone, Harun Farocki y Antje Ehman, procedentes de Alemania y Brasil, y el alemán Christian Jankowski.

La exposición es también una manera de mostrar “la diversidad cultural y artística de Latinoamérica, pero también hay temas recurrentes como la historia colonial que aparece en algunas obras, la herencia indígena, la transformación barroca y su iconografía o la cultura andina de muchos países”, explicó Hug.

“En Latinoamérica se ha desarrollado mucho, por ejemplo, el videoarte y aquí podemos ver una gran propuesta de Ecuador: Black Mama, creada por Miguel Alvear y Patricio Andrade, sobre la cultura indígena”, agregó el curador, quien  incluyó  la película experimental en la actual edición de la bienal.

En este diálogo entre Latinoamérica y Europa destaca que muchos temas coinciden, entre ellos, “el drama urbano” y la concepción de nuestras ciudades, agregó Hug.

Otro aspecto importante, explica el curador, es que los países de Brasil, Uruguay, Argentina y Chile “tienen una tradición modernista bastante fuerte porque tuvieron un fuerte intercambio con el arte europeo, mientras que otros países andinos o del Caribe se saltaron esa fase modernista para llegar directamente al arte contemporáneo”.

En la exposición se pueden observar las fotografías del argentino Guillermo Srodek-Hart, que capta con su cámara los interiores de antiguos locales comerciales, como si fueran las últimas fotos “de un mundo que va desapareciendo”.

Fredi Casco, de Paraguay, se interna con su video en los solitarios y fantasmagóricos senderos del Chaco paraguayo y documenta a su paso la fiesta de Arete Guasu de la comunidad chiriguaná de Santa Teresita.

Christian Jankowski, por su parte, con su video explora el Cerro de Montevideo en Uruguay y convoca a decenas de participantes a subir con los ojos vendados al emblemático monte que dio nombre a la ciudad.

La venezolana Susana Arwas fotografía escenas urbanas de Venezuela registrando con especial atención los grandes bloques de edificios modernos y dirige su mirada a los grafitis políticos.

“Labor in a Single Shot” es la videoinstalación que nos introduce en el casi invisible mundo del trabajo en Río de Janeiro, firmado por Harun Farocki y Antje Ehmann, que convocaron a un grupo de jóvenes artistas audiovisuales para explorar los diversos oficios de la ciudad y crear videos con una sola toma en cámara fija o siguiendo un movimiento, sin editar.

Con una roca y un iPod, Marcos Agudelo de Nicaragua construye un pequeño videobjeto para convocar la memoria sobre la tumba perdida de Andrés Castro, héroe nicaragüense. “La instalación Campo de color, de la boliviana Sonia Falcone, ha sido una de las más fotografiadas de la bienal: sus más de 200 platos de arcilla llenos de especias procedentes de todos los rincones de Latinoamérica -cacao, ají, achiote, pimienta, canela, cúrcuma, tomillo, mostaza, curri, pimentón- son una gran experiencia visual pero también olfativa.

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