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El cine, ¿protagonista de segundo plano?

El cine, ¿protagonista de segundo plano?
28 de noviembre de 2012 - 00:00

Turi fue el escenario. En un restaurante un tanto pomposo, ubicado en este cantón azuayo, aledaño a Cuenca, en la tarde desfilaron algunas figuras de pantalla durante una rueda de prensa en la que se dieron detalles del Festival de Cine La Orquídea, que este año llegó a su segunda edición. Celebridades que en la noche caminaron por una elegante alfombra roja,  en la que un improvisado estudio de TV las acogía para, asimismo, intentar hablar de cine o de su paso por el cine.

Ocurrió el viernes pasado. La prensa nacional copó el mencionado restaurante. Y, como ya había ocurrido con John Malkovich, gran parte del grupo de comunicadores se concentró en esperar a las celebridades y preguntarle cosas diametralmente opuestas a su trabajo: “¿Y qué tal su vida amorosa?”, “¿Aún tiene el tatuaje del pescadito?”, le preguntaron a la actriz colombiana Angie Cepeda, quien fue la madrina del festival; o generalidades como: “¿Y cuáles son sus próximos proyectos?”, al cantautor Fausto Miño.

Opacados quedaron María de los Ángeles Palacios o Víctor Aráuz, productora y protagonista del último estreno ecuatoriano “Mejor no hablar de ciertas cosas”, filme que fue invitado a abrir La Orquídea y que se presentaba por primera vez en público a escala nacional. Ellos explicaban, por ejemplo, cómo fue el trabajo actoral, cómo financiaron la película o dónde la estaban exhibiendo fuera de Ecuador.

Tal fue el desinterés que cuando apareció Angie Cepeda, cámaras y grabadoras se trasladaron hacia la puerta de ingreso del restaurante. De hecho nunca estuvieron: los periodistas solo estaban presentes en la conferencia en cuerpo, pero su atención se concentraba en la puerta.

En medio de la algarabía llegó Cepeda y casi todos corrieron hacia ella con la idea de abordarla obstaculizándole el paso. De pronto, ese microcosmos solo giró en torno a ella. Y allí, tal como ocurrió de noche, en el teatro Carlos Cueva Tamariz, se abrió entre el público el prefecto de Azuay, Paúl Carrasco.

Y él asumió el rol principal. “¿Qué es lo que nosotros estamos buscando con este festival? Para muchos el festival tiende a ser un simple espectáculo o puede ser un espectáculo para los cineastas. Nosotros vinculamos la democracia que hoy en día en Latinoamérica, y en general en el mundo, está en crisis. Vinculamos la democracia con la cultura, el trabajo, las libertades, con la mujer, con las minorías. Este festival intenta democratizar el cine”.

Y manifestó como novedosa la pretensión de “que la espectacularidad de Hollywood y el control de las transnacionales no solo sean fuentes de acceso para el público sino que, a través del festival, se pueda acceder al cine independiente y alternativo”. Dicho plan ya lo han llevado a cabo OchoyMedio, MAAC Cine y Cinememoria, por mencionar algunos.

Aseguró que el pueblo accede esta vez al cine. “Es para la gente, al pueblo, a los que no pueden acceder comúnmente a este tipo de espectáculos”. Y siguió: “La gente dirá por qué no hacemos vías con esto. Pero solo haríamos 1 kilómetro, realmente el gasto es mínimo para lo que podemos lograr”. Y remató: “El próximo Festival de la Orquídea tiene planteado separarse de la Prefectura para que se gestione por sí mismo y no tenga un uso político”. Precisamente el uso que Carrasco le estaba dando al festival.

Y lo mismo se repitió en la noche, en el Cueva Tamariz. Allí, en cambio, el Prefecto subió armado de un micrófono de diadema, para poder moverse a placer por el escenario. Pero no funcionó el aparato y optó por el micrófono convencional. Luego del discurso obtuvo el beneplácito del público convertido en aplausos que ni Angie Cepeda logró.

Aparte quedó la proyección de “Mejor no hablar de ciertas cosas”, que mostró, en cambio, las actuaciones convincentes de Andrés Crespo, de Víctor Aráuz, de Francisco Savinovich, de Leovana Orlandini y de Alejandro Fajardo; incluso evocó la nostalgia de un albazo de Carlota Jaramillo (“Esta guitarra vieja”), que le dio cierto tono y soporte a la música que se desplegó en la cinta. De no ser por el discurso y la alfombra roja, los aplausos que obtuvo el filme habrían sido lo principal.

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