Ecuador, 27 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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Crónicas a pie

La visitadora médica trabaja todo el día

No importa cuánto tiempo tenga que aguardar, lo que cuenta es que las puertas del consultorio se abran. Si el médico sale y la recibe en persona, la espera habrá valido la pena.

Es una señal de que el especialista tiene la apertura para conocer los beneficios del medicamento. Gabriela López, de 30 años, es visitadora médica. Está acostumbrada a esperar; sabe que la prioridad son los pacientes.

Cuando ingresa al consultorio, abre su maleta para extraer los fármacos para la artritis y el reumatismo, o para la gastritis, un “mal” que afecta a miles de ecuatorianos.

La compañía farmacéutica para la cual trabaja se especializa en la línea del dolor. Los primeros médicos que visita tienen sus consultorios en el Hospital Metropolitano, en el Centro Médico Axis y en la clínica Pasteur. Antes de las 07:00 sale de su casa, en el norte de Quito, para iniciar el recorrido por los centros de salud.

Se traslada en su propio vehículo por diferentes sectores de la ciudad.

En los semáforos aprovecha para maquillarse. En los hospitales ya la conocen; saluda con las recepcionistas, enfermeras, guardias y médicos de turno. En el tiempo que lleva trabajando como visitadora, varias veces ha recibido la invitación de los médicos para tomar un cafecito. Ella siempre se niega. “Yo soy casada, pero hay caritas que se prestan”. En su cuello lleva colgada la credencial de la compañía en la que labora.

Siempre viste formal: los lunes y martes, traje sastre; los miércoles y jueves, vestidos; y los viernes, un pantalón de tela con una camisa más informal.

Durante el día solo hace una pausa para almorzar. A veces, comparte ese momento con sus colegas de otras compañías. Todos tienen un sueldo fijo que alcanza los $ 900 más las comisiones. Su jornada se prolonga hastas las 21:00. “Hay que esperar a que los médicos finalicen la consulta”.

En su casa la esperan su esposo y su hijo de 10 años. Ya se acostumbraron a su horario extralargo. (I)

Andrea Rodríguez
Especial para EL TELÉGRAFO

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