Las especulaciones y los temores quedaron en el olvido. Esta interesante Copa América entra desde hoy en su etapa de definición, donde las selecciones que se equivoquen volverán a casa, demostrando que todo lo previo simplemente sirvió para ratificar algunas verdades y también destapar incertidumbres.

Están clasificados a cuartos de final los que se equivocaron menos y también los que hicieron algo más; destacando en este último grupo al dueño de casa, que con un juego vertiginoso y lleno de adrenalina convence al paladar del hincha, pero todavía no a la crítica especializada porque existe la duda si también tiene respuestas defensivas, ya que todavía nadie lo ha sometido contra su propio arco, herramientas necesarias que debe evidenciar todo gran equipo.

En el manual del estratega Jorge Sampaoli no existe la palabra especular o racionar el juego, y eso está evidenciado en un plantel convencido de que tiene entre ceja y ceja el arco rival y lo busca de manera incisiva hasta el silbatazo final, situación que lo catapulta como gran favorito, pero también por ostentar niveles individuales muy altos.

Su rival de turno es nada más y nada menos que el vigente campeón, rótulo que no circula en los pensamientos de nadie porque las presentaciones que hizo Uruguay en esta primera etapa rozan lo mezquino y falta de resoluciones.

Lo que sí debo subrayar es la capacidad innata que viene en la sangre ‘charrúa’ para reponerse de adversidades y salir adelante muchas veces con más corazón que fútbol, por eso su presencia siempre será temible para cualquier rival.

Mirando cómo sigue el abanico, debo detenerme en Perú y analizar más allá de cuál sea el destino que tenga en esta competición, su presente alentador, lleno de compromiso y respeto a la identidad que los caracterizó en décadas de antaño. El técnico Ricardo Gareca es práctico y muy inteligente, por eso apeló a la historia, donde el balón bien tratado no se negocia por nada, convirtiendo a esta selección en un suspiro de frescura por lo que genera verlo jugar.

La combinación de experimentados y novatos hace soñar a un país que hace tiempo no se desvelaba como lo está haciendo ahora con su selección que enfrentará a la sorpresiva Bolivia, que a base de orden y capacidad de sacrificio, supo meterse en un escalafón que era impensado hasta para sus propios integrantes.   

Entre otros paréntesis está Paraguay, que aterrizó en Chile con un manto de críticas, encabezadas por José Luis Chilavert, quizás su máximo referente. Pero con el correr de los partidos supo reponerse a esa presión externa, ya que su entrenador, el argentino Ramón Díaz, canalizó toda esta corriente sobre sus espaldas desligando a sus jugadores de todo y solo responsabilizándolos de hacer el máximo esfuerzo.

El ‘Pelado’ Díaz es un especialista en esto de acaparar las miradas y desviar la atención. Su equipo no juega bien, pero sí está aferrado al paladar ‘guaraní’: dejar la vida en cada pelota. Y eso le bastó para seguir con vida hasta el momento, detalle no menor de un equipo que va de menos a más, como hemos visto.  

El gran inconveniente que tiene Paraguay es que su rival de turno es el pentacampeón del mundo, Brasil, que hoy está muy distante del ‘jogo bonito’ y parece no sonrojarse por esta circunstancia y trabajar cada compromiso a base de ataduras tácticas y potencia física, antónimos de su historia que es tan rica en calidad y asociada al buen gusto. La llave está abierta y no avizoro favoritos ni puedo hacer un análisis claro de qué puede pasar, porque ambos equipos están en deuda futbolística.

Dejé para lo último a dos equipos similares en su concepción y tan exigentes en sus formas, como lo son Argentina y Colombia. El renacimiento colombiano del último Mundial y la consagración de una generación renovada ponen a los dirigidos por José Pékerman en un sitial especial y de mucha atención, a pesar de que sus dirigidos hasta el momento no saciaron el riguroso gusto ‘cafetero’ que tendrá la gran oportunidad de sortear a la selección que dirige Gerardo el ‘Tata’ Martino, que puede jactarse de tener variantes en su poder, pero también bipolaridad futbolística, y que su rendimiento ha sido sostenido por la inagotable cantera de excelentes jugadores que tienen la capacidad de resolver cualquier penuria colectiva, coyuntura que todavía no brilla tanto como sus propias estrellas. (I)