El fútbol es muy rico en sus desenlaces y por eso tiene la particularidad de generar tanta controversia y pasión. El momento más anhelado  por los fanáticos chilenos y ecuatorianos llegó después de una espera llena de especulaciones y pronósticos que con el transcurso del compromiso fueron haciéndose realidad en algunos casos.  

El duelo táctico, de acuerdo al resultado final del partido, lo ganó Jorge Sampaoli porque sus dirigidos pudieron anotar dos goles, pero se debe subrayar que la propuesta de Gustavo Quinteros quedó exhibida después de los primeros 30 minutos, cuando recién pudo equilibrar las acciones frente a un rival que volcó la mayoría de sus ataques por el sector izquierdo ecuatoriano.

Este juego tiene tres aspectos fundamentales que al desmenuzarlos llevan a una conclusión más profunda; estos son los niveles colectivos e individuales y por otro lado el resultado. Ecuador plasmó un esquema ambicioso en nombres y posicionamientos, pero en el desarrollo de la primera parte tuvo que resignarse y trabajar primero desde el orden defensivo para luego intentar poner la pausa, en algunos casos, o contragolpear en otros.

Fidel Martínez (por derecha) y Jefferson Montero (por izquierda) se sumaron para colaborar, pero no siempre cumplieron y eso fue clave para que las incursiones chilenas hagan daño por ambas bandas; sumado a este desbalance se evidenció que Osbaldo Lastra y Christian Noboa nunca pudieron referenciar primero a Jorge Valdivia y luego a Arturo Vidal, quienes recibieron constantemente a sus espaldas.

Lo poco que se logró en materia ofensiva en el juego ante Chile careció de apoyo de los mediocampistas, que no tuvieron la capacidad de sumar gente en área rival. La selección de Chile, en cambio, tuvo más movilidad y un mejor juego asociado, atacando con mucha amplitud en la primera parte intentando lastimar por esas vías, pero más allá de que dominó el encuentro, no lo plasmó en tantas jugadas de peligro.

La segunda parte mostró que el equipo dirigido por Quinteros supo tener la imprescindible capacidad de sufrimiento para soportar el resultado y desde ahí equiparar el desarrollo del juego.

Montero ganó más veces los duelos con Isla; y Énner Valencia encontró espacios entre los centrales cambiando un poco el semblante de los primeros minutos.

Los niveles individuales de cada conjunto fueron muy dispares, y esto quedó expuesto en detalles fundamentales, demostrando que el plantel del equipo local goza de más variantes y futbolistas que atraviesan un gran momento, y es allí donde se debe entender y aceptar que estuvo la diferencia.

Ecuador tuvo puntos muy flojos y solo algunos rozaron el calificativo de jugar un buen compromiso dando como resultado un partido ‘chato’, simplemente apoyándose en su orden y disciplina táctica.

El análisis no debe minimizarse a un resultado, sin embargo la diferencia que quedó reflejada en el marcador es clara, más allá de las discusiones de cómo llegaron los goles. La selección chilena demostró tener carácter, mucha personalidad y buenas intenciones futbolísticas, mientras que la ‘Tri’ dejó la sensación de que conoce el rumbo, pero todavía no capta el funcionamiento colectivo ideal que pretende el nuevo adiestrador.

Esta ‘nueva era’ requiere la presencia de futbolistas comprometidos con el juego en toda su dimensión, modificando el tradicional sistema que caracterizó al seleccionado nacional las últimas décadas y eso se logrará con tiempo y el correr de los partidos.

Se avizora un cambio radical y muy importante en la selección ecuatoriana, por la propuesta e idea de juego que está implementando Quinteros, pero es fundamental que esto vaya de la mano con un mejor rendimiento individual.

Contra Bolivia, el equipo de Quinteros tendrá que levantar el nivel para seguir en carrera en la Copa América. (I)