La República Bolivariana de Venezuela está acosada por fuerzas antidemocráticas, que pretenden derrocar a su gobierno legítimo, surgido de las urnas. El acoso es causado por una conspiración internacional, de la cual son voceros los grandes medios de comunicación occidentales.
La oposición interna, incapaz de derrotar en elecciones al presidente Nicolás Maduro, que recién el pasado diciembre le dio una tunda electoral, colabora con la conspiración por medio de estudiantes hijos de la clase alta, que hacen ‘guarimbas’ o bullas en las calles de unas pocas ciudades.
Los bullangueros dicen que protestan contra una ‘dictadura’ que no existe y contra un desabastecimiento que sí existe. Lo que no dicen es que ese desabastecimiento está causado, en buena medida, por el empresariado de derecha, que es parte fundamental del complot contrarrevolucionario y que ha escondido productos de primera necesidad, con ánimo de crear angustia y caos social.
Desde luego, no hay que ignorar que en Venezuela hay una crisis económica que golpea principalmente a la clase media, que ya no puede adquirir muchas cosas importadas. En cuanto al pueblo llano, el Gobierno de Maduro, y antes el de Chávez, han tenido el cuidado de proveerle de lo necesario, que incluye no solo recursos básicos sino también vivienda, educación y trabajo.
Digo esto porque es lo que callan la oposición venezolana y la gran prensa continental de derecha: que Venezuela, ese país que antes fuera de minorías opulentas y derrochadoras y mayorías hambrientas, es ahora un país al que las Naciones Unidas le reconocen haber eliminado el analfabetismo, haber disminuido notablemente la pobreza y la insalubridad, y haber bajado los niveles de desempleo.
Ahí radica la razón del apoyo popular al Gobierno chavista y la decisión de las mayorías de defender a muerte esa Revolución Bolivariana que les ha dado educación, casa, trabajo y, sobre todo, dignidad y esperanza.
Algo más: ahora Venezuela se autoabastece en gran medida de productos alimenticios, que antes eran totalmente importados. Y el Gobierno de Maduro acaba de celebrar un acuerdo nacional con el empresariado consciente y responsable, para abastecer de bienes industriales a su población.
Tan evidente es la conspiración imperial y oligárquica contra Venezuela, que la propia OEA, tan desacreditada, ha tenido que aprobar por amplísima mayoría una resolución en respaldo de la acosada democracia venezolana. Los únicos que han votado en contra han sido EE.UU., Canadá y el mísero gobierno panameño del señor Martinelli, peón de brega del imperio.
Para que sepan quién es este personaje, les recuerdo que hace poco fue golpeado en la cara, durante una sonada fiesta, por un empresario panameño que lo acusó de ‘ladrón’ y ‘corrupto’. Martinelli no dijo entonces ni pío, pero ahora, respaldado por su amo imperial, hace bravatas televisivas contra Venezuela. Está visto que no es más que un pobre pelele de los conspiradores.
