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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Un proyecto en marcha

19 de enero de 2015 - 00:00

Todo proyecto político que busca reales cambios estructurales va cumpliendo etapas; va planificando estratégicamente el presente y el futuro con visión, pero sobre todo requiere una alta dosis de pragmatismo. El Ecuador ha vivido un sinnúmero de cambios en estos últimos ocho años y a medida que avanza se necesitan más responsabilidades compartidas. El conjunto de la sociedad requiere meditar, reflexionar todo lo que ha sucedido e involucrarse con mayor fuerza política en estos cambios.

En esta nueva etapa, quizás la más compleja, se exige mayor politización de la sociedad para que la misma sea la que defienda paso a paso sus derechos y así no permitir que la derecha pretenda otra vez tomar el poder e implementar la falacia del libre mercado. No hay que pensar que el neoliberalismo ha sido totalmente derrotado; este se va actualizando en una serie de discursos ligeros sobre la libertad como algo etéreo. La ideología neoliberal es la base del funcionamiento de una diversidad de actores políticos que llega, incluso, a la denominada extrema izquierda.

En este tiempo de inflexión social son urgentes mayores niveles de organización política. No basta valorar como positivo lo alcanzado y ser un espectador. Las mayorías tienen que apostarle a involucrarse en la construcción de una nueva sociedad; una sociedad socialista para este siglo. Ese involucrarse supera los tiempos electorales y exige pensarlo todo para evitar toda forma de dogmatismo. No hay recetas para un socialismo único, por el contrario, el socialismo responde a su tiempo histórico; le acompañan premisas como la justicia, la equidad, la redistribución de la riqueza, la democratización de los medios de producción: material, simbólico, etc. El socialismo disputa permanentemente el poder y la autoridad tradicional de los grupos, castas, estamentos que controlaron históricamente el Estado y la sociedad.

El socialismo exige una visión no solo nacional, sino regional, mundial. No es posible pensar el socialismo en un solo país. El socialismo exige una integración compleja, estructural, política y no reduccionista en el mercado. La apropiación, producción de ciencia y tecnología es una consigna de un socialismo acorde a sus tiempos, donde aquellas no están atadas a la reproducción corporativa del conocimiento sino que está en función del cambio estructural.

El conocimiento a todo nivel debe socializarse para que la política sea un ejercicio pleno de acción colectiva. Ese nivel de política supera el espectro de las políticas públicas; estando en el orden de la construcción del tejido social. La política está contenida de ética, de bien común. El neoliberalismo busca moralizar la política para encerrarla exclusivamente en el individuo y así atraparlo en la lógica de la indiferencia del fetichismo mercantil cotidiano. Después de ocho años las mayorías, el pueblo ecuatoriano, salen ganando, sin duda alguna. Así el país sigue avanzando hacia el Socialismo del Buen Vivir.

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