Qué vergüenza para el país tener una oposición obsesionada con desmontar todo lo que se ha levantado en estos años en beneficio de las mayorías. Es inaceptable la pretensión de confundir a la mayoría difundiendo la falsa idea de que las salvaguardias son impuestos. Esto desvela que la derecha neoliberal busca a rajatabla conquistar la opinión pública para vendernos de nuevo un sistema ideológico y político que ha sido un rotundo fracaso para los pueblos. Ese neoliberalismo fue el que sumergió a nuestro país y a todo Latinoamérica en décadas de atraso, miseria, exclusión, pobreza, degradación social, etc. Fueron ellos y sus disputas bancarias, financieras, regionales los que prepararon tanto el escenario de entrada al feriado bancario como la salida a través de la dolarización. Ahí están ciertos sectores de importadores a los que les ‘importan un comino’ los pequeños y medianos productores nacionales. Lo que les interesa son sus ganancias particulares. Es una vergüenza ver a candidatos reclamando en nombre de todos los ecuatorianos; afirmando que se atenta contra la libertad de los individuos. Esos mismos son los que dicen apoyar los emprendimientos pero a la vez rechazan medidas que protegen el empleo nacional. La falta de visión nacional y regional los delata en sus intenciones de querer imponer nuevamente el neoliberalismo en el Ecuador. Es preocupante que ciertos sectores —de la clase media tradicional y la emergente— poco reflexionen sobre lo que implica tomar medidas para proteger la economía nacional en un escenario internacional donde las corporaciones quieren trasladar el costo de las crisis que ellas mismas han generado en el primer mundo a los países emergentes. Es inaceptable esta ideología neoliberal a la que no le interesa la nación. Que sigue soñando con privatizarlo todo. Que la idea de la gratuidad es un atentado a su moral bancaria. Ahora se demuestran en su pobreza de espíritu al defender sus productos importados, sus productos de clase, y rechazar el esfuerzo de millones de emprendedores ecuatorianos. Las salvaguardias buscan proteger el empleo nacional, la producción y los dólares que tanto le cuesta al país obtener. Los productos que se afectan son suntuarios, no son productos básicos; pero esa oposición piensa, vive y aspira a que todos vivamos como en Miami. Es esa mentalidad la que gobernó este país y nos fue mal, muy mal. Y no son solo ciertos sectores de importadores, también ciertos sectores de comerciantes a los que no les interesa si los productos son nacionales o importados, sino vender al mejor postor y así enriquecerse. Esto es una lección ética para todo el país. Es una nueva oportunidad para identificar a los sectores más mercantilistas que le ponen precio a todo; que sienten que su exquisito paladar se verá afectado porque ya no comerán por unos meses pollos importados. Son aquellos que consideran que ni siquiera los tomates nacionales sirven para hacer salsa porque “son muy ácidos”, dicen. Ni que decir de lo que piensan de la producción nacional de carne. No podemos permitir que nos engañen vilmente. El interés nacional debe estar por sobre el interés particular. El ser humano por sobre el capital.
