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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Nueva integración para América Latina

02 de febrero de 2015 - 00:00

Ecuador al asumir la Presidencia pro témpore de la CELAC marca un hito en las relaciones internacionales de la región. Asumir la Presidencia es asumir nuevos retos pragmáticos hacia una integración integral. Integración que no debe quedar en discursos sino en acciones concretas, estructurales para alcanzar que los distintos países, sus Estados, sus gobiernos pero sobre todo sus pueblos terminen con largas décadas de demagogia de élites pro imperiales que convirtieron a la región en el patio trasero de las potencias hegemónicas de turno.

América Latina se encuentra ante el cambio de época con distintas condiciones en las relaciones de poder. Los pueblos han asumido con mayor conciencia el pasado de opresión, de exclusión, de miseria y sobre todo han asumido el pasado reciente del recetario neoliberal, el cual nos condujo a las peores crisis sociales, políticas y económicas. Los gobiernos progresistas de la actualidad son la expresión ya no solo del malestar con ese pasado condenable, sino expresión de los más altos deseos de luchar contra las condiciones estructurales de la miseria y la pobreza. Ecuador tiene un gran reto desde la CELAC para impulsar políticas regionales para terminar con la extrema pobreza que aún tiene a más de sesenta millones de seres humanos en esa condición. Como región hemos avanzado a entender mejor lo que implica la pobreza y la miseria.

Es claro que esta es la condición histórica a la cual han sido sometidas las poblaciones para acrecentar la riqueza de pocos, para incrementar las ganancias de los grupos de poder, para imponer la lógica del capital por sobre la lógica del bienestar humano quitando oportunidades a la gente. Se ha querido miles de veces distorsionar el carácter estructural e histórico de la pobreza. Se ha querido poner como responsable al ser humano, afirmando que este por su falta de iniciativa y de habilidad para competir se ha visto por propia cuenta sumido en la escasez. Esta es una falacia inmoral. La pobreza es un asunto político, de relaciones de poder y su erradicación depende de acciones políticas y de disputas al orden global imperante. Por eso la integración debe ser integral, a todo nivel para que no dependa de ciclos económicos y políticos. Los ciudadanos y sus Estados deben ser garantes permanentes para terminar con ese flagelo. La Agenda de Ecuador es clara y firme, combatir la pobreza pero exigir que la región le apueste a la ciencia, la tecnología, el talento humano; le apueste a la generación de conocimiento y que sus beneficios sean para las mayorías. También impulsar urgentemente una nueva arquitectura financiera internacional sin la cual seguiremos dependiendo de un sistema monetario privado que hegemoniza las transacciones mundiales, que no comparte las ganancias pero sí socializa las pérdidas. Los gobiernos actuales en América Latina deben avanzar a posiciones superiores en sus ideologías.

La integración estructural debe tener como centro el interés supremo de las mayorías: el bienestar, una democracia social sólida, equidad, justicia con dignidad que además nos permita alcanzar un punto de acuerdo ante otros bloques regionales. Sin unidad regional no será posible dar el salto cualitativo hacia la construcción de un socialismo mundial.

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