Brasil está en una crisis económica, política y social, en una encrucijada con la posible destitución de Dilma, la acusación a Lula, el desbanque del Partido de los Trabajadores (PT) y el arrebato del poder por la derecha. En el artículo de octubre 2015 dije “… la evolución de la crisis económica, el agravamiento de los casos de corrupción y las maniobras políticas definirán su suerte”.
En lo económico, la contracción en 2015 fue de 3,8%, la mayor en 25 años; la inflación, 10,6%; y desempleo de dos dígitos. Parte de la crisis económica del país se explica por la desaceleración de la economía mundial y de China que llevó a varias protestas de la clase media, de la cual se aprovechó la oposición –principalmente la derecha– para pescar a río revuelto. El FMI proyecta para 2016 una contracción de 3,5%.
En cuanto a la corrupción en Petrobras, en el artículo, expresé que “están acusados altos ejecutivos de esta empresa, integrantes del PT, el presidente de la Cámara de Diputados, directivos de Odebrecht, el expresidente Collor de Mello y otros. Han sido salpicados el PT y sus aliados, Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PDMB) y PP”. Se ha develado que constructoras, entre ellas –Odebrecht, OAS– pagaban sobornos a funcionarios de Petrobras, miembros del PT y partidos aliados.
Además, la coyuntura se agravó con el juicio político (impeachment) a la Presidenta por haber maquillado el presupuesto. La acusación, según AFP, es “de haber aumentado gastos sin permiso del Congreso y de tapar agujeros del presupuesto con préstamos de bancos estatales en 2014, el año de su reelección, y a inicios de 2015”. La tensión política aumentó cuando en la operación ‘Lava Jato’ se acusó a Lula por corrupción y lavado de dinero, en el caso Odebrecht, que fue llevado a declarar ante la justicia. Más aún, jueces y la Fiscalía iban a ordenar su prisión, ante lo cual Dilma lo nombró Ministro de la Presidencia, pero medidas cautelares buscan desconocer el nombramiento que le da fuero de corte ante la justicia ordinaria, pero no ante el Tribunal Supremo.
Con el retiro del PDMB, de la coalición gobiernista, Dilma pierde mayoría en el Congreso y está cerca de la destitución. Los intereses políticos del PDMB primaron en esta decisión pues, como el Vicepresidente es del PDMB, asumiría la Presidencia si Dilma cae. La protesta de la clase media ascendente, de desempleados, se utiliza para reclamar. Antes era por mejora de los servicios públicos y por la corrupción. Ahora es el juicio político y los tribunales, para acusar. El golpe blando aparece. Debe establecerse la verdad respecto a acusación contra Lula. Las manifestaciones a favor del PT defienden la posición progresista, pero los empresarios paulistas apoyan la destitución. Dilma busca mantenerse con apoyo del PP. La crisis económica, los intereses políticos, la situación social y los errores del PT abrieron el camino a la destitución. En política, las maniobras, el poder mediático, las alianzas de grupos poderosos, etc., se usan para captar el poder por cualquier vía inducida por la derecha. (O)
