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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Las Trece Rosas Rojas

26 de agosto de 2016 - 00:00

Habían transcurrido cuatro meses de finalizada la Guerra Civil. Madrid -destruida y vencida tras tres años de acoso- sufría una terrible represión que había impuesto Francisco Franco, quien se encontraba al frente del régimen fascista que azotaría España durante 40 largos años.

La mayoría de los dirigentes de la Juventud Socialista Unificada (JSU) y del Partido Comunista de España (PCE) habían sido encarcelados o se encontraban en el exilio; ante esta circunstancia, un grupo de hombres y mujeres jóvenes tomó la tarea de ayudar a los compañeros presos y a sus familias; también se encargaron de proteger a los numerosos perseguidos por la tiranía franquista. Mediante un esforzado trabajo clandestino, lograron crear algunos grupos de apoyo; sin embargo, miles de jóvenes eran encarcelados por el único delito de ser considerados ‘rojos’ por los fascistas que habían ganado la guerra.    

En Madrid convivían las ruinas de los edificios y la pobreza de sus habitantes, quienes llevaban sobre sus hombros las secuelas físicas y psicológicas de la guerra. En este contexto histórico, trece mujeres de entre 18 y 23 años fueron detenidas por ser militantes de la JSU y del PCE. Se las acusó de ‘adhesión a la rebelión’ y fueron conducidas a la cárcel en donde fueron torturadas para obtener información sobre otros miembros de las dos organizaciones. Más tarde, fueron trasladadas al Centro Penitenciario de Ventas, en donde aguardaron un desenlace que se preveía trágico.

La ejecución de Isaac Gabaldón, comandante de la Guardia Civil, a manos de tres militantes de la JSU la noche del 29 de junio de 1939, hizo que el proceso contra las trece jóvenes se agilite. En efecto, el 3 de agosto de 1939, el Consejo de Guerra Permanente Número 9 juzgó a las militantes: “Analizada la causa número 30.426 que por el procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra las procesadas, se les encuentra responsables del delito de adhesión a la rebelión (…). Debemos condenar y condenamos a cada una de las acusadas a la pena de muerte”.

En la madrugada del 5 de agosto de 1939 las trece jóvenes fueron llevadas hasta el Cementerio del Este, en Madrid, en donde fueron fusiladas. La venganza se había consumado. Las trece heroínas, que lucharon y ofrendaron sus vidas por una España socialista, son: Ana López Gallego, Victoria Muñoz García, Martina Barroso García, Virtudes González García, Luisa Rodríguez de la Fuente, Elena Gil Olaya, Dionisia Manzanero Sala, Joaquina López Laffite, Carmen Barrero Aguado, Pilar Bueno Ibáñez, Blanca Brisac Vásquez, Adelina García Casillas y Julia Conesa Conesa.

Julia Conesa, de apenas 19 años, en una dramática carta a su madre, solicitó: “Que mi nombre no se borre de la historia”.  Su nombre -querida Julia- y el de sus doce valientes camaradas permanecerán en los corazones de todas las personas que hasta el día de hoy luchan por el bienestar de las mayorías en España. Su nombre fortalece a los que se enfrentan con los mal llamados socialistas que hoy se han entregado en cuerpo y alma a los neoliberales del PP. El ramo de las Trece Rosas Rojas inspira y perfuma los sacrificios que las personas de bien hacen y seguirán haciendo por las causas nobles de la humanidad. (O)

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