La semana pasada, a los 95 años de edad, falleció el historiador británico Eric J. E. Hobsbawm (1917-2012), uno de los más importantes investigadores del capitalismo.

Sus magnas obras fueron sucesivas: “La era de la revolución: 789-1848”, “La era del capital: 1848-1875”, “La era del imperio: 1875-1914” e “Historia del siglo XX”.

En 1952, junto a otros historiadores marxistas (y comunistas) británicos fundó la revista Past & Present, que pasó a constituirse en un referente obligado de los estudios históricos. En los últimos años publicó otros libros. El que resultó su obra final, “Cómo cambiar el mundo” (2011), repasó la historia del marxismo, desde sus orígenes hasta nuestros días.

Hobsbawm defendió consecuentemente al marxismo como teoría y método de investigación. Fue consciente de la relatividad de varias tesis del propio K. Marx, como aquella de la “inevitabilidad histórica” del socialismo y del futuro comunismo. Y reclamó tomar la teoría “en serio”, lo cual recuerda al mismo K. Marx, quien no dudó en afirmar: “Todo lo que sé es que yo no soy marxista”, cuando vio cómo se tergiversaba su pensamiento.

F. Engels, compañero de Marx, aclaró en otra oportunidad: “En general, la palabra materialista les sirve a muchos de los jóvenes escritores alemanes de simple frase mediante la cual se rotula sin más estudio toda clase de cosas; pegan esta etiqueta y creen que la cuestión está resuelta. Pero nuestra concepción de la historia es, por sobre todo, una guía para el estudio y no una palanca para construir a la manera de los hegelianos”.

Siguiendo a Hobsbawm, el marxismo todavía se halla “en recesión”. Pero lentamente vuelve a tomar posiciones en las universidades latinoamericanas. Solo el futuro dictaminará su rumbo.

Lo que resulta alarmante en la región es que antiguos marxistas y hasta partidos inspirados en su ideología se han vuelto conservadores y reaccionarios frente a los gobiernos de la Nueva Izquierda, como ocurre en Ecuador. Su incapacidad teórica para entender a estos gobiernos ha provocado el surgimiento de una seudopolitología que juega el papel de instrumento académico de las derechas ideológicas y que se repite en editoriales y artículos mediáticos. Su abandono del marxismo ha impedido, por lo menos, entender la política como una confrontación entre clases sociales, para simplemente entenderla por fenómenos “visuales” que fácilmente se califican como hiperpresidencialismo, neopopulismo, autoritarismo, totalitarismo, etc.