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El Telégrafo
Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

Gobernar una ciudad

20 de febrero de 2014 - 00:00

¿Se operaría usted del cerebro con un médico recién graduado y que no ha operado nunca? ¿Se embarcaría en un avión cuyo piloto ha estudiado las teorías de aviación, pero no tiene horas de vuelo? ¿Confiaría usted su dinero a un banco dirigido por un joven cuyo primer empleo ha sido la gerencia de esa institución?

Estas preguntas, aparentemente disparatadas, pueden ayudarnos a entender la actual situación política de Quito, donde una gigantesca operación propagandística de la derecha pretende vendernos la idea de que, para ser candidato a alcalde, basta tener estudios generales, ambiciones electorales y buena pinta.

Desesperada por su marginación electoral y su falta de perspectivas de futuro, la derecha ecuatoriana se ha empeñado en fabricar y vendernos un candidato a cualquier cosa, que levante sutilmente la bandera neoliberal y pueda servirle para combatir a Rafael Correa y la Revolución Ciudadana.

Así como se lanza una nueva marca de detergente, lo lanzó primero como candidato presidencial, para sondear su sintonía con los electores y ver si, por acaso, podía actuar como la ‘sorpresa electoral’ que anda buscando. El experimento le falló a nivel nacional, pero le  mostró que el candidato tenía madera y buena llegada con los sectores menos politizados de la población.

Además de preparación académica se requiere conocimiento de los problemas municipales, experiencia administrativa y vocación social.Entonces empezó a prepararlo para que compitiera por la Alcaldía de Quito, a partir del supuesto de que Augusto Barrera era el eslabón más débil de Alianza PAIS. Y ha logrado cierto éxito, puesto que ha concitado el respaldo de la vieja derecha de todos los colores, de la vieja izquierda odiadora y resentida, de la derecha ‘light’ neoliberal y de los despistados que no faltan.

Inflando su imagen, manipulando encuestas, poniendo a correr bolas redondas y cuadradas, explotando a fondo los errores del adversario y usando sutiles métodos de campaña sucia, ha llegado a colocarlo como un rival de cuidado frente al Alcalde que busca la reelección. Y en ese esfuerzo ha contado con el apoyo embozado de la más audaz y ruin derecha latinoamericana, que lidera el líder paramilitar colombiano Álvaro Uribe.

Por suerte, los votantes sensatos de Quito, que son la mayoría, no están dispuestos a respaldar a un candidato neoliberal sin experiencia alguna, para que administre este grande y complejo Distrito Metropolitano. Ellos saben que, para gobernar Quito, hace falta preparación académica, pero también se requiere conocimiento cabal de los problemas municipales, experiencia administrativa y vocación social.

Yo, como la mayoría de quiteños, quiero una ciudad inclusiva y bien manejada, que sirva a todos, pero en especial a los barrios pobres, que siga resolviendo con éxito los problemas colectivos. Por eso votaré por Augusto Barrera.

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