El artículo ‘Fraude bancario’, publicado la semana pasada, en el que hice alusión a la colusión de los 16 bancos más grandes del mundo para manipular la tasa de interés libor, provocó revuelo y merece comentarios adicionales.
Primero, lo que está sucediendo en el mundo del dinero se acerca más a una ficción novelesca que a la realidad.
La economía financiera está desvinculada de la economía real. Se regodea en los negocios bursátiles que se mueven mucho más rápido; juega con las deudas que son deudas financieras que circulan a gran velocidad en los sistemas bancarios virtuales y que poco tienen que ver con lo real, aunque sus impactos son los más duros en la vida cotidiana de la gente que vive endeudada y enredada en el sistema financiero. Esta es la verdadera esencia de la acumulación capitalista moderna.
Es muy positivo que exista un periódico público (al menos en Ecuador), para contrarrestar de alguna forma la desinformación de los medios ligados al capital.En la presente era digital, el capital no aparece en forma física y no ocupa un espacio determinado (como en la bóveda de un banco). Está simbolizado en el dinero virtual que circula en las transacciones a través del mundo. Los gigantescos capitales se mueven ahora a la velocidad lograda por la tecnología cibernética, equiparable a la de la luz en términos relativos. No existe el dinero físico sino solo su representación en las cifras que aparecen en una pantalla fría y plana de dos dimensiones.
En este sentido, si los banqueros manipulan en sus pantallas hipermodernas las tasas de interés internacionales (el costo del endeudamiento), se justifica declarar el tramo de deuda externa adquirida en estas condiciones como ilegítima.
Segundo, este asunto demuestra lo importante que es contar con medios alternativos: ningún medio nacional ha dicho nada al respecto, siendo algo tan trascendente y grave. Y menos lo harán CNN, tal vez The Economist, cuando ya sea algo inocultable. Es muy positivo que exista un periódico público (al menos en Ecuador), para contrarrestar de alguna manera la abrumadora desinformación de los medios ligados al capital.
Es conveniente impulsar este tipo de iniciativas. Aportar con discusiones y debates frente a este tipo de secretos que guardan los poderosos en el manejo del ‘estiércol del demonio’. Conocemos que las prácticas tramposas (e incluso mafiosas) son inherentes a la naturaleza del capital financiero.
En mi opinión, no se trata de sacar tajada económica, sino de develar a un establecimiento corrupto, para promover nuestro Fondo Monetario, nuestro Banco del Sur y nuestros propios tribunales de inversión.
