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El Telégrafo
Magdalena León T.

El poder de la honestidad

10 de agosto de 2015 - 00:00

A contracorriente de las señales e imaginarios predominantes en la arena internacional, especialmente cuando de relaciones con las empresas transnacionales se trata, experiencias de nuestros países indican que el principio y la práctica de la honestidad puede convertirse en fuente de poder, en herramienta que permite conducir conflictos y procesos de negociación con resultados positivos.

En una corta visita a Ecuador, el vicecanciller boliviano Juan Carlos Alurralde compartió experiencias del proceso de cambio liderado por el presidente Evo Morales, que a estas alturas puede ya mostrar hitos en un camino que se ha ido abriendo en clave de lo propio, convirtiendo en fortaleza lo que suele verse como debilidad o hasta ingenuidad.

La aplicación de una política soberana sobre los recursos estratégicos, la desprivatización y nacionalización de sectores que van desde el petróleo hasta los aeropuertos, expuso al Estado Plurinacional de Bolivia a la reacción de las empresas transnacionales, acostumbradas durante décadas y hasta siglos a disponer de las riquezas de nuestros territorios y, de modo indisociable, a controlar a políticos y gobernantes, generando estructuras que por acá denominamos ‘corruptas y corruptoras’. El país ha sido sometido a demandas con reclamos de indemnizaciones exorbitantes, al igual que en nuestro caso.

Un giro radical en la política internacional, en la relación con trasnacionales e inversionistas, basado en el ejercicio de soberanía, en el despliegue de la honestidad como principal herramienta, y en la defensa de los derechos del pueblo boliviano como prioridad, ha dejado ya resultados concretos. Más de veinte casos se han cerrado en términos justos, con base en una negociación que el Gobierno conduce siguiendo principios inclaudicables, sin concesiones, y sin caer en las trampas inherentes a los esquemas de arbitraje, identificados como verdaderas mafias estructuradas para favorecer sistemáticamente las pretensiones desmedidas de las transnacionales.

Las situaciones o conflictos en la arena internacional no están desligados de complejidadas correlativas casa adentro. Alurralde menciona casos en los que vemos el empeño por aplicar las nuevas pautas de el Vivir Bien / Buen Vivir: una permanente construcción de equilibrios en función de la reproducción de la vida. En esta etapa, tres elementos están en la balanza: los derechos de la Madre Tierra, el derecho a superar la pobreza o derecho al desarrollo y los derechos de los pueblos originarios. Estos configuran situaciones dinámicas, en constante movimiento en medio de límites o condiciones que no pueden cambiarse de inmediato y a voluntad, pero que se afrontan con honestidad, con sentido realista, pero sin perder la pista de lo transformador.

Un vicecanciller que con orgullo afirma no ser cualquiera, pues hace parte nada menos que del equipo de Evo Morales, transmite con solvencia, pasión y humildad una experiencia internacional en la que vemos algunos hitos: actuar en clave de lo propio, confiar -ante todo- en nosotros mismos, maximizar la creación y aplicación de un marco jurídico soberano, conjugar la acción gubernamental con la social. Junto a ello, el sentido de lo honesto y de lo justo que marca una línea divisoria entre el campo del diálogo y negociación, y el campo de la confrontación sin concesiones cuando están en juego los intereses del país, del pueblo. (O)

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