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El Telégrafo
Luis Rosero

El otro Guayaquil y la economía popular e informal

24 de febrero de 2014 - 00:00

Como ya señalamos en el artículo anterior, el crecimiento demográfico de Guayaquil se ha dinamizado por los asentamientos marginales, el otro Guayaquil, que se han formado por invasiones. Estas continuaron en la década de los ochenta y noventa en el norte de la ciudad con Bastión Popular, Flor de Bastión, Paraíso de la Flor, Juan Montalvo, Montebello, etc. ubicadas entre la vía Perimetral y la vía a Daule. Desde  2000 surgen otras cooperativas de vivienda, en el noroeste, como Ciudad de Dios, Voluntad de Dios, Monte Sinaí, Tierra, etc.

Los asentamientos informales que se formaron desde los cincuenta a los setenta (Suburbio Oeste, Cristo del Consuelo, Mapasingue, etc.) se consolidaron por la lucha de sus pobladores por conseguir servicios básicos, infraestructura, etc. Los asentamientos, a partir de los ochenta, han seguido la misma tendencia hasta conseguir un lugar digno de vida. Como señalamos, en la investigación realizada y publicada en 1986 ‘Microempresa manufacturera, sector informal urbano y subempleo en Guayaquil’, los asentamientos marginales (Cisne, Suburbio Oeste y Mapasingue) no solo sirvieron como espacio para vivienda sino, además, como fuente de sustento. Además de los vendedores ambulantes y microempresarios de servicios que se ganaban la vida en la parte urbana de la ciudad, se establecieron microempresas productivas, la llamada economía popular, cuyas unidades -además- pertenecen al sector informal urbano (SIU), que se caracteriza por el incumplimiento del Código de Trabajo,  Ley de Seguridad Social y normas tributarias.

Según una encuesta del INEC, la ocupación, a diciembre de 2010, en el sector informal fue de 44,6%, siendo Guayaquil la segunda en informalidad.Con el SIU se establece una segmentación en el mercado laboral que, comparado con el sector formal, marca diferencias importantes. En general, en el Cisne, Suburbio Oeste y Mapasingue, el microempresario tenía mayores ingresos que el salario mínimo, en cambio los operarios y aprendices ganaban por debajo de él. También utilizaba trabajadores temporales y familiares, remunerados o no. Por estas características, los trabajadores de la microempresa forman parte del subempleo por ingresos. La generación de empleo, en promedio, al inicio de la actividad, fue de 2,3 trabajadores por microempresa, pero en 1985 (año de la investigación) llegó a 3,4, o sea que se creó un empleo por establecimiento.

Según una encuesta de empleo (INEC), la ocupación, a diciembre de 2010, en el sector informal fue de 44,6%, siendo Guayaquil la segunda en informalidad. A nivel nacional, el SIU tenía 67,7% de subempleados y 32% de ocupados plenos. Para el puerto, en ese mismo período, el 81,2% era de subempleados no pobres y el 18% era de pobres. De lo anterior se colige que, dentro del SIU, las microempresas son un mecanismo para salir de la pobreza. La mayoría de los subempleados de ellas no es pobre, o sea que alguna vez lo fueron, probablemente cuando iniciaron el negocio. Pero también, por hipótesis, algunos empleados de ellas  no son pobres, pues no pertenecen al SIU. En síntesis, en los asentamientos informales se generan microempresas en diferentes actividades, las que en su mayoría pertenecen al SIU, predominando en la costa los vendedores ambulantes, comerciantes minoristas.

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