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El Telégrafo
Efrén Guerrero

El mundo según el rock and roll: Esa Tierra es su Tierra

20 de febrero de 2024 - 08:00

El riesgo más importante de la democracia es la deriva autoritaria. Controlar un país puede llevar a apretar ciertas tuercas del sistema y llevarlo por la autocracia. Cada vez que sucede eso, solo se acaban los lugares más oscuros de la Historia. Como siempre, los anónimos (o sea nosotros) pagamos factura. En el caso de Venezuela, la situación lleva a un desastre solamente superado por el anterior: aumento exponencial de detenciones de opositores, bloqueos a la candidatura de María Corina Machado, y al encierro de la activista Rocío San Miguel, se une a la expulsión de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Nuevamente, sombras aparecen sobre el régimen (así se llama, porque gobierno no es) de Nicolás Maduro. Un desastre con una diáspora de casi 8 millones de venezolanos por el mundo. Ha envilecido las instituciones y se parece mucho más a un feudo que cualquier promesa de progreso. Un modelo que fracturó una generación completa. Uno al que la Historia (la que juzga con mayúsculas) le pasará factura.

Sobre luchar contra sistemas, Woody Guthrie sabía muy bien. Antes de Residente, la Trova, o Bob Dylan, estuvo Guthrie. Un cantante que decidió poner su compromiso al servicio de las causas más nobles de la humanidad a cualquier costo. Decidió embarcarse en una cruzada contra los fascismos de todo color político en el curso de su vida, inspirando a una generación de músicos y rescatando el folk para otra generación. En 1940, decidió rescatar melodías distintas, en respuesta a la canción "God Bless America" de Irving Berlin, que consideraba irreal y autocomplaciente. La canción habla sobre la tierra que debería ser compartida por todos, en lugar de controlada por pocos.

Ese riesgo es latente en Latinoamérica: debemos pronunciarnos contra regímenes que concentran el poder y recursos en manos de unos pocos. En Venezuela, la Tierra ya no es de los venezolanos. Es de una camarilla de dictadores. Es así de sencillo. Mientras no haya una recuperación de la institucionalidad, elecciones libres, plurales y respetadas por los actores públicos, así como una profunda depuración de las instituciones, el país seguirá siendo una Tierra ajena a su gente, una diáspora mucho más grande y violaciones graves a los derechos fundamentales. Confío en que un día luminoso, los liderazgos políticos positivos y la gente de Venezuela encuentren el camino para que la Tierra vuelva a ser su Tierra."

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