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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

El geógrafo tribandista

15 de febrero de 2018 - 00:00

El tío era un geógrafo real 3D, mejor que Google Earth, caminó sobre el armazón de tres cordilleras, la Iguana, la Olinda y la Hidrovo; sintió el vértigo de la altura, olió todos los verdes, pudo ver desde las tabladas la línea cóncava del mundo y escuchó el habla de los pequeños pueblos que no llenan ni un pixel. El tío no fue un geógrafo virtual, fue un geógrafo social con manía de altímetro. Sus libros eran planos de líneas y palabras. Escribió la Geografía regional de Manabí, la Geografía de Guayas y Geografía del Ecuador el espacio y sus pueblos.

Decía que “Los pueblos, igual que las personas, tienen alma y allí no hay espacio para situaciones forzadas. En ellos surge una magia que se mete en su cultura. El que camina intercambia. Es actor y agente que pasa o se detiene en mercados, cercas, esquinas, tiendas, canchas. Fuerza y consistencia que también ayuda a hacer lo que se debe. La región, la ciudad; siempre por delante de quienes viven en ellas. Son pilares de la patria”.  El tío fue de la época de la tosferina, el sarampión y la paratifoidea.

Nunca fue médico como su madre lo quiso, fue geógrafo Premio Contenta, profesor de la Universidad de Guayaquil, constructor de la utopía Vía Interoceánica Central Ecuatoriana Manta-Belem do Pará, imaginada sobre 4000 metros de altitud, y después en estado de vuelo sobre una tarabita rozando el divortium acuarum donde cantan los estómagos del Napo e Ylluchi (1962). Quizás por eso fue “carita sucia tirapiedra”, sufridor del Protocolo de Río de Janeiro y del Acta de Brasilia, hasta el grado de la angustia patriótica.

El tío era surreal: juntos hicimos cuatro ojos asombrados viendo un cóndor embalsamado en el Hotel Estambul de Latacunga. 200 metros mariposa; nadador de contracorriente, cruzó el río Guayas y a los 80 años compitió en Mar del Plata. Con más de 100 medallas a cuesta, fue el gran derrotado en medio del coro que decía: “¡sí llega…sí llega¡ hasta llegar triunfante, en medio de una ráfaga de fotografías 3D.

El tío fue billarista tribandista; hacía golpear tres veces la bola sobre el espacio plano del paño verde. Ninguno de sus dos hermanos bailaban tan bien el cha cha cha; solo la tía de los lunares bailaba mejor el mambo.

El tío viajaba y viajaba soñando con enseñar la Geografía que no se enseña. Esta vez se fue otra vez, como siempre, en tiempo de lluvias y de ceibos paridos, dejando por primera vez el altímetro aquel.

El tío alegre, fue geógrafo, nadador, mañanero, bailador, billarista tribandista, patriota, maestro digno y ciudadano honrado. Así lo dijeron todos, también miembros del Partido comunista cuando despidieron al viajero José Adalberto Hidrovo Peñaherrera (+) 1934 – 2018. (O)

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