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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

El desalojo de la CONAIE o la insensatez de la política

22 de diciembre de 2014 - 00:00

Si hay alguna conclusión de la infinidad de investigaciones y del análisis de la propia historia ecuatoriana, es que ningún proceso político revolucionario o progresista puede serlo en nuestro país, de espalda al mundo indígena y a su movimiento social y político. Por ello la acción, cargada de violencia simbólica, que implica el cese unilateral del comodato de la casa entregada por el Estado ecuatoriano hace varias décadas a la más emblemática organización indígena contemporánea, ha sido calificada como insensata, calificativo que comparto.

Un comunicado, entre los muchos que se han hecho en respaldo de la CONAIE frente a este desalojo, ha sido emitido por la Escuela de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad Central del Ecuador. Me permito citarlo porque, a mi entender, resume bien el significado de la lucha de esta organización:

“Expulsar a la CONAIE de su casa es sencillamente inaceptable. Ninguno de los argumentos exhibidos justifica este atropello. Esta absurda decisión merece la más enfática condena. Y es que no se trata de una agresión a un ‘pequeño grupo de dirigentes’, es muchísimo más que eso, con ello se lesiona la memoria política de nuestro país, se ataca a lo más avanzado y progresista de la lucha social de las últimas décadas. Más inaceptable aún cuando el promotor de esta decisión es un gobierno que dice identificarse con la izquierda; peor todavía si se piensa que la oportunidad política sobre la que se erigió este gobierno fue construida precisamente por la resistencia social encabezada por la CONAIE. Levantamiento tras levantamiento, movilización tras movilización, la CONAIE edificó la posibilidad política de un proyecto alternativo”.

La organización indígena, por su parte, ha manifestado en un comunicado público que:

“(Este ha sido) un edificio que desde el surgimiento mismo de la CONAIE a principios de los 80 supo albergar a nuestros dirigentes, donde se cobijaron las reuniones de planificación del Levantamiento Indígena del 90 y la lucha por la tierra, donde le dimos cuerpo al sistema de educación intercultural bilingüe, donde alimentamos a los hermanos amazónicos que caminaron a Quito en el 92 por el reconocimiento de sus territorios, donde descansó nuestro pueblo cuando -tomados por semanas la ciudad de Quito- dimos la lucha contra los TLC y el ALCA, desde donde sostuvimos 15 días el levantamiento para enfrentar el feriado bancario, donde se dio vida a la propuesta para convertir constitucionalmente al Ecuador en un país plurinacional”.

Toda esta historia es más que suficiente, esperemos, para que la Ministra a cargo del MIES, antes cercana al movimiento indígena, pueda reconsiderar -al calor de estos días donde debe imperar la solidaridad y los afectos- otros inmuebles que cumplan los fines para los cuales dice querer destinar el edificio de la CONAIE. Y más allá de ello, se pueda reflexionar acerca de que este proceso político no puede ser verdaderamente democrático si no incluye la más significativa e histórica lucha, la de los indígenas.

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