El dinero o capital obtenido por préstamo sin intereses, con intereses bajos o altos, herencia, lotería, regalado o por medios ilícitos, no garantiza que el proyecto o sueño personal, comunitario, institucional, productivo, nacional o comunidad de países, conduzca al éxito y la prosperidad. Se requiere que cada uno de los elementos que forman parte del sueño o proyecto funcionen de una forma excelente, en caso contrario, el resultado será de pobre calidad.
Si el propósito o sueño se encuentra alejado de la realidad, no responde a una información adecuada sobre los posibles escenarios de futuros y donde quiere que se haga realidad, el proyecto se derrumbará como una torre de arena. El sueño tiene que estar respaldado por la infraestructura productiva (científica y tecnológica), equipos y materiales a la vanguardia de la época y con respeto a los sistemas ecológicos y compromiso social.
La infraestructura física debe estar acompañada de la infraestructura humana requerida, con los conocimientos, experiencias, valores y creencias necesarios para el proyecto. No es suficiente querer hacer algo, sino poder hacerlo. El tener conocimientos sobre lo que se quiere hacer tampoco es suficiente si no se tienen los conocimientos administrativos y financieros. La deficiencia de saber administrar los bienes físicos y humanos disponibles se convierte en una causa frecuente de fracasos. Otros elementos importantes son la comunicación física de las personas y productos y la comunicación interpersonal. Puede ser un problema muy grande cuando no se puede enseñar o llevar un producto a un lugar específico. El eslabón final de la cadena productiva es la persona o institucion a la cual se encuentra dirigido el producto, el mismo que podrá ser evaluado de excelente a pésima calidad. El producto final es la suma de los esfuerzos anteriores aunque un solo elemento de mala o pésima calidad puede destruir los excelentes esfuerzos aislados. Con otras palabras, si un elemento es deficiente, puede determinar que sea negativo el producto final.
En los países dependientes, neocolonizados y, por tanto, de escasos y pobre nivel en sus sistemas productivos, tecnológicos, educativos y de capacitación, la mayor parte de la población sobrevive, sin capacidad de ahorro. Tan solo exportan materia prima, manufacturan productos, utilizando la fuerza bruta y las manos. Existe una gran brecha entre los sueldos del nivel superior y el inferior. Abismo de 40, 60, 100 y más veces entre los salarios, lo es que una vergüenza atentatoria contra la dignidad humana.
Existen algunas personas, instituciones y unidades de producción que funcionan de una forma excelente. Sus productos compiten en igualdad de condiciones con sus equivalentes extranjeros. Existen ambientes de trabajo que respetan la dignidad con salarios que permiten a todos sus miembros un buen vivir. Sin embargo, no es suficiente que el 50,1% de la población de un país se ponga a la vanguardia del mundo y que el resto se encuentre en niveles regulares, malos y pésimos. Existen muchos países en que una mínima parte tiene el nivel de vida equivalente al primer y segundo mundo y la mayor parte en el tercer y cuarto mundo, es decir, estos últimos en la pobreza y la miseria.
En todos los continentes existen países que en un sector de la economía y organizaciones utilizan la ciencia y la tecnología más avanzada a la vanguardia de la humanidad y, sin embargo, en sectores importantes de sus poblaciones existen decenas de millones de analfabetos, cientos de millones con una educación que no alcanza a los seis grados y miles de millones en todo el planeta con ingresos que se ubican en la pobreza.
El reto en el presente es que el 98% de la población mundial tenga la educación y capacitación para el trabajo equivalente al bachillerato para superar la marginalidad social, productiva, el fracaso y la pobreza. (O)
