“El camino está delante de ti, a veces invisible, pero está ahí…”. Así afirmaba mi anciana abuela cuando caminábamos por el estrecho sendero en la chacra de maíz. Yo no sabía que esa sería la enseñanza de mi propio camino personal. Mi personalidad inquieta y llena de preguntas me conducía por senderos solitarios para mirar con atención todo mi alrededor. Mi padre era mi mentor personal, le gustaba invitarme a caminar con él en montañas altas, y por supuesto, yo me cansaba y quería detenerme y descansar.
Entonces, con toda su paciencia, me decía: “No es aconsejable descansar en cualquier lugar del camino, si te detienes en un lugar no apropiado te cansaras aún más”, me dijo con su certeza que me inspiraba fe. Y concluyó afirmando: “Existe el lugar correcto en donde tú llegas y entregas tu cansancio, toma una piedrita y frota en tus pies, das tres soplos y luego deposita donde están las demás piedras”. Cuando llegué al lugar para entregar mi piedrita, encontré muchas piedras amontonadas. Entonces entendí a mi padre. El lugar era paradisíaco, existía un pequeño remanso de agua para beber y a su alrededor había frutos silvestres, plantas medicinales y muchos bichitos para observar, de esta manera el tiempo ahí era muy reparador y de enseñanza vital.
En el caminar de nuestras vidas perdemos mucho tiempo y energía buscando lo que consideramos nuestro camino, que nos conduzca a nuestra felicidad. La costumbre social nos confunde el camino personal con la profesión, el camino personal con decisiones que vienen únicamente desde la mente. El camino personal viene con nosotros desde nuestro nacimiento. Los antiguos maestros mayas decían: “Nosotros venimos a este mundo para aprender y crecer en nuestro camino; estamos aquí para dar amor y vivir nuestra felicidad, y luego retornar a nuestra casa…”. La conexión con nuestro camino personal es más fácil si lo hacemos desde la intuición. La intuición es la inteligencia, resultado de la activación de la inteligencia del corazón y la mente.
¿Cómo saberlo? Lo sabrás cuando sientas plenitud en todos tus cuerpos: mental, emocional y físico. Recuerda: “Todo lo que buscamos está en nosotros mismos… nada hay que buscar afuera”. (O)
