La historia del 14 de febrero, como Día del Amor, se remonta al año 268 d.C. cuando Marco Aurelio Claudio Gótico (Claudio II) emitió un decreto en el que prohibió contraer matrimonio a los militares romanos. Para el emperador, los hombres casados eran malos soldados porque se negaban a separarse de sus familias cuando se los convocaba para ir a la guerra.
Valentín fue obispo durante este período; pensaba que los decretos de Roma eran injustos. Además, estaba convencido de que el pueblo debía ser libre para amar a Dios y para contraer matrimonio, por lo que pidió a los novios y novias que fuesen a él. Así lo hicieron y Valentín casó a muchas parejas en secreto.
Tiempo después, Valentín fue apresado y llevado ante el emperador de Roma. Claudio II se dio cuenta de que el obispo era un hombre de gran convicción e intentó persuadirlo de que renunciara al cristianismo y sirviera al imperio. A cambio, estaba dispuesto a perdonarle y convertirle en uno de sus aliados; pero el obispo se aferró a su fe y no renunció a Cristo. El emperador lo sentenció a ser ejecutado. Valentín fue arrestado y enviado a prisión.
Un día, en la celda, cada uno se mantuvo en oración. De pronto, una luz muy intensa los iluminó. Julia exclamó: “¡Valentín, puedo ver, puedo ver!”.Durante las últimas semanas de su vida, uno de sus carceleros reconoció en el obispo a un hombre de letras y llevó a su hija Julia -ciega de nacimiento- para que reciba instrucción. Valentín leyó a la joven la historia romana, le enseñó aritmética y le habló de Dios. Julia aprendió a ver el mundo a través de los ojos de Valentín.
Un día, en la celda, se sentaron juntos. Cada uno se mantuvo en oración. De pronto, una luz muy intensa los iluminó. Julia exclamó: “¡Valentín, puedo ver, puedo ver!”. “¡Gloria a Dios!”, dijo feliz el religioso. Las constantes oraciones de la agraciada joven por contar con el sentido de la visión fueron escuchadas.
Momentos antes de su muerte escribió la última carta a Julia, en la que le pedía que se mantuviera cerca de Dios y la firmó “De tu Valentín”, sin saber que daba origen a la tradición de enviar mensajes de amor en esta fecha. Fue ejecutado el 14 de febrero del año 269 d.C. cerca de una puerta que más tarde fue llamada Puerta de Valentín, para honrar su memoria. Cuenta la leyenda que Julia plantó un almendro junto a la tumba de su amado maestro.
En la actualidad, el día de San Valentín se celebra mediante el intercambio de notas amorosas con imágenes que incluyen un corazón y al infante alado llamado Cupido. Según la mitología romana, Cupido es el dios del deseo amoroso.
Este día también se ha convertido -lamentablemente- en uno de los más esperados por los mercaderes, debido a las ganancias que obtienen por la venta de regalos. Ellos hacen su ‘agosto’, cuando estamos todavía en febrero.
¿Será posible -algún momento- dejar de considerar como mercancía al sentimiento que nos hace diferentes de los demás seres vivos?
