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El Telégrafo
César Paz-y-Miño

Determinismo genético

16 de marzo de 2014 - 00:00

Dentro de las teorías que pretenden explicar el comportamiento de los individuos y de las sociedades, está el determinismo genético, que sostiene que todos los actos individuales, e incluso los sociales, están implacablemente determinados por los genes. Su más refinado y al mismo tiempo audaz postulado es el llamado darwinismo social, que pretende explicar y justificar la organización social y económica sobre la base de los postulados del evolucionismo clásico de Darwin, es decir, la selección natural y la supervivencia del más apto.

Con esta visión determinista genética, nos bombardean con todo tipo de hallazgos: gen del suicidio, de la inteligencia, la infidelidad, el homosexualismo, de las adicciones, de la vejez, el crimen, el egoísmo, de la resistencia o susceptibilidad a enfermedades, de la respuesta a fármacos; incluso hay los más atrevidos que hablan del gen del poder, de la política, de la pobreza y de la riqueza; también hay defensores del gen de la dominación y del dominado, y genes cada vez más extraños como los de las razas. Se pretende justificar el estado social, cultural, financiero, argumentando que todo es ‘natural’, es decir, determinado biológica o genéticamente.

El determinismo genético es falso. Es absurdo, discriminador, xenófobo, ofensivo y peligroso. La moda genetista da espacio a posturas neonazis y racistas. Se venden pruebas genéticas para analizar la composición étnica de una persona: tanto porcentaje de indio, de negro, blanco, etc. Se pretende clasificar a las personas por su ADN, asumiendo solapadamente una esencia genética diferente. La diversidad humana es tan grande que no tenemos suficientes genes para explicarla. El determinismo genético crea desigualdades y es usado para librar de responsabilidades a los estados frente a demandas de salud pública, equidad y otros derechos.

Para la genética racional, los genes son la base de la organización del individuo, pero el ambiente influye de manera clave en el producto final: la persona. Existen intentos por medir la influencia del ambiente y de los genes, y los resultados son tan diversos (entre 3 y 30%) que no se puede ni se podrá encontrar un determinismo genético en la organización social e histórica.

Muchos nostálgicos de una explicación biológica a su posición de privilegios sucumben ante los datos científicos. Pretender explicar invasiones, guerras, hambre, miseria y más lacras, porque los genes las determinan, es inaceptable. La inteligencia humana no es producto de un solo gen, como no lo son la codicia o el poder.

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