Lo que no parecen percatarse desde la Presidencia es del problema de garantías creíbles en el que se encuentra. Ya se dieron las explicaciones, ya hubo la cadena, se hicieron las promesas… tranquilidad social, ¿dónde estás? Los jubilados no han dejado de recibir sus pensiones, incluso aumentaron. Es “el gobierno que más ha hecho por los jubilados”. Sí, pero con la plata de nuestro aportes. Pues esto se complementa con el menos que exquisito servicio que se recibe del IESS y el propio gobierno acusando de ineficaz a una institución que ha manejado los últimos ocho años.
El problema de garantías creíbles es endógeno. La Ley, así con mayúscula, no vale mucho en nuestro país. No porque la Ley no se cumpla o se cumpla a medias o se cumpla de manera selectiva, sino porque la Ley no dura. Nunca ha durado. Hoy me dices que pagarás cuando necesite, mañana dices que no lo harás (o mañana llega un Dahik y lo privatiza). Y el problema se agrava por las propias acciones y declaraciones del gobierno. No solo es la transición del propio Correa de “no habrá reelección indefinida” a “será el pueblo el que elija”, o cada arrebato que lo lleva a una potencial renuncia y que, seamos sinceros, nunca pasará. Es un gobierno que se denomina de izquierda que ha dado zancadas mediáticamente suavizadas a la derecha: nuestro oro puesto a producir en Goldman Sachs, eso que no es un TLC con la Unión Europea, nuestras revigorizadas relaciones con los cucos financieros internacionales, hasta esa postura oficial sobre planificación familiar.
El punto óptimo de una política estatal sin duda varía en el tiempo, y los cambios que se dan pueden ser producto de esta variación, pero esto no cambia la percepción de credibilidad, o la falta de esta. Lo que era hace ocho años ya no es ahora, y aunque nuestra memoria selectiva esté en perpetuo conflicto entre la propaganda oficial y la propaganda opositora, y las subjetivas verdades de cada uno, hay una memoria histórica que recuerda que ocho años de AP, lo que sea que esto signifique, no cambian décadas de atropellos.
Esto termina por interactuar con los efectos exógenos al problema de garantías creíbles. Es decir, el gobierno del socialismo del siglo XXI, el gobierno de la segunda independencia, el gobierno de la revolución tiene como alternativa a futuro a Lasso reunido con Pachakutik y Sociedad Patriótica. Es decir, una izquierda (la única con una posibilidad real de ganar las próximas elecciones) que se está derechizando cuya alternativa es una derecha que tiene sus propios problemas de garantías creíbles. En este punto, los jubilados, y los que están por jubilarse, tienen una incertidumbre inaceptable para un grupo tan vulnerable.
Desde el gobierno y AP se piensa que se pueden superar estos problemas a través de obras y política. Y se ha hecho mucho. Pero al final del día eso no es un favor que nos hacen. Ningún ministro ha sacado de su bolsillo el dinero para sostener al nuevo Estado. Es una construcción conjunta entre contribuyentes y administradores. No es que con suerte votamos por gobernantes benevolentes, es que elegimos representantes con responsabilidad ante los mandantes. Y dudamos de los representantes, porque la palabra y la Ley son tan reversibles como la historia nos ha mostrado. Tanto la de nuestros padres, como la nuestra. (O)
