El elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha retrocedido más de 50 años en la lucha para limitar el calentamiento global del planeta, ignorando la advertencia que le hizo un panel del Comité Asesor al presidente de Estados Unidos Lyndon Baines Johnson, sobre la importancia del efecto de invernadero como un tema de “preocupación real” para el país (1965), al nombrar al fiscal general de Oklahoma, Scott Pruitt (conocido defensor de la utilización de los combustibles fósiles y por negar públicamente el cambio climático), para conducir la Agencia de Protección Ambiental.
Además, ha tomado una actitud negativa similar a la asumida por Estados Unidos en (1997) cuando se celebró el Protocolo de Kioto, en el cual las naciones desarrolladas prometieron reducir sus emisiones en un promedio de 5% para el período entre 2008-2012, con grandes variaciones en las metas de cada país.
En estas circunstancias, el Senado de Estados Unidos declaró inmediatamente no ratificar el tratado. Entre los argumentos de las naciones industrializadas para no cumplir con el ‘protocolo’ se esgrimió el perjuicio económico mundial que se generaría por ralentizar las industrias como efecto de la no utilización de la energía proporcionada por los combustibles fósiles.
El Convenio Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) estableció que la colaboración financiera de los países industrializados para llevar a cabo las actividades de mitigación y adaptación al cambio climático en países en vías de desarrollo estaría entre $ 108 y $ 151 mil millones anuales a 2030.
Para la indicada fecha las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) previsiblemente alcanzarán de 54.000 a 56.000 millones de toneladas de GEI, cifra que estaría lejos de los 42.000 millones de toneladas para evitar sobrepasar el nivel de catástrofe de 2 grados centígrados, del calentamiento global.
A partir de 1997, los efectos catastróficos del cambio climático cada vez son más evidentes y la necesidad del compromiso de fijar metas obligatorias para limitar el calentamiento global -que en el Protocolo de Kioto solo logró cubrir el 11% de las emisiones mundiales- ahora se convierte en un objetivo perentorio para que el aumento de la temperatura media en la Tierra se quede a final de siglo muy por debajo de los dos grados respecto a los niveles preindustriales e incluso intentar dejarlo en 1,5.
Ante el fracaso desde Kioto, hasta el momento. De los intentos para fijar metas obligatorias individuales a cada país para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero nacionales. En París, en la reunión sobre el cambio climático de la Conferencia de las partes COP 21, de los 195 países asistentes 187 han presentado ya sus programas nacionales para ratificar el pacto con efecto vinculante para mantener el calentamiento global por debajo de los 2°C. Ante esta reunión, los presidentes de Estados Unidos y China, Obama y Xi Jinping, han acordado unirse para lograr el objetivo, lo cual está en peligro con la decisión de Trump. (O)
