Despojarse de todo tipo de miedo. No caer en ninguna forma de dramatismo o peor de triunfalismo anticipado. Nada está ganado. Cada voto debe ser conquistado a pie, puerta a puerta, en cada provincia, cantón y parroquia. La base de los cambios que requiere el Ecuador radica en lo logrado, en lo alcanzado, en lo que ha quedado pendiente como en lo que hay que corregir. Si alguien propone el cambio pero resulta que lo propuesto es llevar al país a un modelo fracasado como el neoliberalismo, entonces es una falacia, una mentira, un engaño electoral. El cambio implica avanzar, dar pequeños o grandes saltos cualitativos en bien de las mayorías, de todo un país. No hay cambios proponiendo políticas que beneficien a pocos, que privaticen lo que ahora es gratuito, no por voluntad de alguien sino por mandato constitucional. El cambio exige innovación, atreverse a seguir soñando pero a condición de hacer realidad esos sueños. El Ecuador requiere realismo, pragmatismo, decisión de avanzar y saber cuál es el camino. Los candidatos han presentado sus programas de gobierno, y analizándolos bien podemos saber quienes están preparados, cuáles son sus fines, sus ideales, sus principios. Bien sabemos que los votos, generalmente, están cargados de afectividad, de sensibilidad, de intuición, más que de fría y cruda racionalidad. Porque los votos en sociedades como las latinoamericanas están marcados por una fuerte historia de largas décadas de incumplimientos; son la expresión de generaciones desanimadas que fueron postergadas sistemáticamente. Pero en las dos últimas décadas las cosas han cambiado. Para el Ecuador lo sucedido en la última década es profundamente significativo. El país ya no es el mismo, a buena hora, pero se requiere profundizar los logros sociales. Ecuador necesita con urgencia una revolución rural como cultural, una urgente industrialización en ciertos sectores. La gran inversión en educación debe volcarse al cambio del modelo de desarrollo. Esto no se logra de la noche a la mañana. Ecuador ha invertido una década para cimentar un nuevo presente con pleno empleo. Ecuador necesita mejorar su producción y productividad. Diversificar su economía. Las condiciones están dadas. Ahora se requiere la madurez política de quienes han mejorado sus condiciones de vida. Ahora se requiere la sensatez de los nuevos votantes. Una juventud que comprenda que la vida social así como puede estar en la redes sociales, también está en el barrió, en el colegio, en las comunidades. Ecuador debe movilizarse por causas sociales que nutran su espíritu como pueblo, como reforestar el país. Aún somos un país con pobreza y llegó la hora de terminar con ella. Ecuador necesita más ciudadanos con vocación política que sean garantes de no permitir el retroceso social, de que no se violenten los derechos, y que el Estado sea garante del cumplimiento de los mismos. Todos tenemos una misión y ahora es el Ecuador entero. No tengamos temor de tomar posición política pero que la misma no sea pensando en las conveniencias personales, sino con ética en lo que el país requiere cambiar. Y el país tiene una prioridad: erradicar la pobreza y la miseria, y generar empleo. Sin justicia, sin equidad, sin igualdad de oportunidades no habrá paz. Domingo, 19 de febrero de 2017: Ecuador debe ganar para sí su derecho a un futuro, hoy. No hay opción para equivocaciones. Todo se definirá en una sola vuelta.
