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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Disparates electorales

26 de diciembre de 2016 - 00:00

El mejor regalo para el pueblo ecuatoriano, no solo en Navidad, sino siempre, sería que los políticos y más aún los que están esperando el voto positivo de los electores, dejen de plantear, literalmente, disparates. Por ejemplo eliminar instituciones como la SENESCYT. Es evidente que se requieren ciertos cambios en las políticas públicas educativas pero plantear su eliminación simplemente significa desconocer, no solamente lo hecho durante una década, sino, no conocer nada sobre la educación en el Ecuador. No conocer cómo era antes la educación pública y privada. Ejemplo de ese desconocimiento es el afirmar, primero, que el país se “ahorraría” varios millones de dólares. Claro que se ahorraría si lo que se busca es volver a privatizar la educación pública, como pretenden hacerlo con la salud, con todo lo que sea publico y rentable. Buscan un sistema propio de acreditación, donde puedan ser juez y parte, y donde la calidad académica sea buena publicidad y elegantes instalaciones. Son los mismos que criticaron, se burlaron  del Banco de Ideas pero ahora les parece genial. Son la expresión del puro oportunismo electoral por alcanzar el poder político. Conciben al emprendimiento bajo las reglas del mercado: aquella falacia de la libre competencia… Y cuando se trata de las relaciones internacionales ya no hay límite para decir cualquier cosa, por ejemplo, que las relaciones con los Estados Unidos, serán casi como de empresario a empresario; donde no haya ideología, todo lo opuesto a lo que hace y hará el nuevo presidente de Estados Unidos, que ha dejado claramente sentado su futuro quehacer ideológico. Esa falta de coherencia expresa un baratillo de ideas, de ofrecer lo que sea a costa de quienes sean para conseguir los votos para gobernar, no para las mayorías, sino para las élites que buscan la revancha política por todo lo logrado durante una década. Claramente lo que expresan estos candidatos es el conservadurismo de sectores que se niegan a que la sociedad sea más democrática; que la clase media se amplíe, que la miseria desaparezca, que la pobreza disminuya, y el pleno empleo sea continuo. Simplemente lo que buscan es achicar el Estado para que quede a merced de sus ambiciones. Quede claro que intentarán reducir el Estado para que ciertos sectores privados vendan de la mejor manera servicios que ahora son gratuitos. Han declarado una y otra vez que buscarán desmantelar la Constitución de Montecristi y eso, sencillamente, significa volver al pasado neoliberal. Querrán una constitución como la de 1998 que privilegió al empresariado y nos llevó a la mayor crisis social, política y económica de toda nuestra historia. Quede claro que esos candidatos son enemigos de lo público o sea enemigos de lo que es común para todos, que no se reduce a lo estatal sino lo que es el patrimonio social, histórico, económico de todo un pueblo. Todo disparate político atenta contra la democracia participativa, atenta contra las formas avanzadas de hacer política, pero sobre todo atenta contra las posibilidades de salir del subdesarrollo en todas sus formas, y lastima los derechos sociales, individuales y colectivos. (O)

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