Cada 9 de agosto se repite la misma historia. Nada o casi nada que celebrar. No hay motivos que nos entusiasmen y peor que nos acerquen y nos junten alrededor de un proyecto nacional. Para este año se esperaba que se cumplieran los mandatos de la Ley Orgánica de Cultura. Pero no, hemos incumplido todos los plazos. No tenemos aún la nueva institucionalidad y no se ha expedido ningún reglamento que aterrice la ley y permita, al menos, ejercer a los artistas y creadores sus derechos sociales, laborales y culturales.
De ahí que no debería sorprendernos la carta abierta, y rueda de prensa, de un grupo de artistas, productores y creadores -que ya suman 700- que justo por el Día Nacional de la Cultura han dirigido al presidente Lenín Moreno: “El hecho de que sea necesaria la revisión de la reforma al reglamento de la Ley Orgánica de Cultura no exime a que la ley no se esté cumpliendo. Temas como la Seguridad Social y Laboral, los incentivos fiscales y tributarios para restablecer la relación cultura-empresa privada, la conformación de los respectivos institutos, la reapertura del Museo Nacional y la creación del Núcleo de Pichincha de la Casa de la Cultura Ecuatoriana son prioritarios para poner en marcha cualquier modelo de gestión del Sistema Nacional de Cultura”.
En el tema de la Casa de la Cultura, las recientes -y apresuradas- elecciones consolidaron a los mismos grupos que desde hace años han estado enquistados en los núcleos provinciales, salvo en Azuay y Manabí. Como ya hemos dicho tantas veces, urge un nuevo modelo de gestión que modernice y reestructure integralmente a la Casa y le devuelva su rol protagónico en la cultura del país.
Se reabrieron los museos, sobre todo el de instrumentos musicales Pedro Pablo Traversari. En buena hora. Sin embargo, este hecho nos revela también que ha sido imposible conjugar un solo espacio para que acoja al Museo Nacional de Ecuador, como se había previsto inicialmente. Somos incapaces de asumir una condición nacional y nos negamos a aceptar que el Museo Nacional, la Biblioteca Nacional, la Cinemateca Nacional -por ejemplo- deben estar más allá de esa mirada doméstica de creer que son propiedad exclusiva de la Casa.
El Ministro de Cultura y Patrimonio remitió a la Presidencia una reforma al reglamento de la Ley de Cultura, promulgado a última hora, el 23 de mayo, por el anterior gobierno. Reforma elaborada sin participación alguna de los artistas y creadores, y también con vacíos e inconsistencias. El presidente Moreno ha sido muy claro: “Nada de ustedes, sin ustedes”. Por tanto, es imprescindible trabajar en una reforma de modo inclusivo y participativo.
También el Ministerio del Trabajo, sorpresivamente, acaba de aprobar la reestructuración institucional del Sistema Nacional de Cultura, presentada el 6 de mayo por el exministro Andrés Aráuz, y que, en lugar de allanar el camino para una eficiente gestión, no solo la complica aún más, sino que genera enormes vacíos institucionales. Y no solo eso, generará despidos en esas instituciones. Por lo que de modo urgente se deberá o dejar insubsistente esa reestructuración o preparar una inmediata reforma.
Coincidimos con los artistas y creadores respecto a que “el sector de la cultura y de las industrias creativas debe ser prioritario para dinamizar la economía y el sector productivo, de acuerdo al Plan Nacional de Desarrollo, y se encuentra a la expectativa y dispuesto a trabajar por un Ecuador productivo y creativo”. Sí, trabajemos juntos para que el próximo año todos tengamos múltiples motivos para celebrar. (O)
