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El Telégrafo

No se trata de “inaugurar” la oposición, sino de institucionalizar la aportación

28 de febrero de 2013

Es fácil estimar, con bastante exactitud, sobre la base de encuestas, proyecciones y modelos matemáticos lo que habría podido suceder en las últimas elecciones presidenciales. Ahora que tenemos los resultados, entendemos que no servía de nada que se hubieren juntado los otros siete candidatos, en una sola candidatura contra el actual Presidente, porque juntos no les alcanzaba a forzar una segunda vuelta.

Además de que juntarse de improvisto, aun con el debido lavado de imagen de sus cómplices mediáticos, les habría restado más votos que los que hubiese aportado. Esa es una de las razones de fondo de esa no unión electoral, por lo que optaron trabajar estas elecciones como unas “primarias” en busca de Carondelet para 2017, año en que no tendrían que enfrentar al actual Presidente -que goza de una inmensa aceptación y aprecio del pueblo-, sino a una candidata o candidato novel, frente al ganador de dichas “primarias” al que se le está dando -y se le dará por los próximos cuatro años- espacios en las pantallas y las prensas cómplices del destrozo y saqueo de nuestra patria.

En estos espacios mediáticos el ganador de dichas “primarias” ha dicho: “Vamos a inaugurar la oposición en el Ecuador”; desde enero de 2007, en nuestro país lo que ha habido por parte de los poderes fácticos, por parte de la partidocracia decadente, por parte de los grupos económicos de fortunas mal habidas, por parte de la perversa injerencia extranjera sintonizada con el aún existente entreguismo nacional y por parte de los medios de comunicación inescrupulosos, es obstrucción y entorpecimiento a muchas de las reformas estructurales, tanto en su establecimiento como en su institucionalización.

Así, ¿qué ciudadana o ciudadano honesto con su patria desearía hacer oposición estigmatizada bajo este concepto de obstruccionismo fundamentalista?, por esto debemos diferenciar y llamar a esto obstrucción, mientras que quienes realicen aportes argumentados, honestos y constructivos para el actual Gobierno, legítimamente reelecto, deberíamos también diferenciarlo culturalmente, llamando a esto la aportación, que puede venir desde el propio Gobierno, de la ciudadanía en general e incluso, aunque es contradictorio para ellos, de los actuales obstruccionistas; dar espacios mediáticos, en especial en nuestros medios públicos, de una forma estructurada, organizada y controlada a las aportaciones, generará de manera significativa una gran sinergia entre el mandante y sus mandatarios, para impulsar así este despertar ecuatoriano, habida cuenta de que tenemos un Presidente de mente y corazón abierto con un apoyo legislativo que pueden juntos establecer las reformas fundamentales pendientes de nuestra historia, proyectadas a un futuro de equidad, identidad, soberanía e integrado a la Patria Grande.

La aportación va, primero, para la creación de las leyes, incluso reformas constitucionales; segundo, para la aplicación e institucionalización de estas nuevas estructuras legales; y tercero, para la depuración y saneamiento -basados en la justicia- de toda la obstrucción aún incrustada en varios organismos, instituciones, empresas y entidades del Estado.

Los espacios de aportación inaugurados por esta Revolución deben institucionalizarse, para que sean uno de los ejes sobre los cuales se sustente la irreversibilidad de la misma Revolución, las aportaciones deben ser un híbrido entre obligación y derecho, deben ser reflexionadas mediáticamente, validadas públicamente, democratizadas equitativamente, pragmáticas, responsables y sistematizadas.

Roberto Castello Albán
C.C. 090986172-6

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