Hace ocho siglos, un joven de apenas 22 años inició una de las más profundas revoluciones del espíritu humano, cuando decidió cambiar su modelo de vida de forma radical. Su decisión le llevó a ser la referencia de inspiración más clara para los jóvenes de su época. El mundo cristiano, pocos años después, lo conoció como San Francisco de Asís.

En El cántico de las criaturas, escrito un año antes de su muerte, a los 44 años, Francisco se reconoce como hermano del sol, de la luna y las estrellas; su familia es el viento, el aire, el nublado y el sereno, y pide amar y proteger al agua, humilde y preciosa, al fuego que alumbra la noche, y sobre todo a la madre tierra, a la pachamama, con sus frutos y sus coloridas flores y hierbas.  

Ahora, el papa Francisco, inspirado en la vida y obra del santo de Asís, presenta al mundo la encíclica ‘Laudato si’, que significa ‘alabado sea’, y que está basada, precisamente, en El cántico de las criaturas.

El Sumak Kawsay, que ancestralmente resume la búsqueda de toda la humanidad, cobra hoy mayor vigencia, pues el Papa reconoce que la humanidad está en peligro si no revisamos nuestros hábitos de consumo. Debemos hacerlo, si no queremos convertir al planeta en un inmenso basurero. Y lo debemos hacer a través del amor, no solo hacia nuestros semejantes sino hacia todas las criaturas de la naturaleza.

En esta era moderna, animales y vegetales son víctimas de nuestra codicia y de un crecimiento económico desmedido y criminal. Podemos cambiar, debemos cambiar, es nuestra única oportunidad para ser considerados verdaderamente seres humanos. (O)