De tiempo en tiempo y cuando la vida lo permite, retorno a mi tierra natal. Pese a que las condiciones para ello son difíciles -aunque menos que antes-, el temido vuelo cumple en estos meses su calificativo de preocupante. Pero el arribo al fértil valle de Catamayo resarce de temores e inquietudes y permite el inicio de la aventura del reencuentro con personas y lugares, presentes siempre en la memoria.
Al alojarme en Vilcabamba junto a mi familia, gocé de las atenciones de una de las hosterías, ahora numerosas allí instaladas. El clima no nos acompañó, pero siempre es gratificante su paz y tranquilidad –aunque no puedan compararse con las que en mi niñez y adolescencia caracterizaban a la región-. Se ha incrementado el turismo nacional y extranjero, este último de variada clase. Según los comentarios, ello ha provocado un encarecimiento sin precedentes en el valor de la tierra, cuyo costo es prohibitivo para muchos. Existen complejos de lujo, vedados a quienes no tienen la calidad de socios.
Los cambios son inevitables y hay que aceptarlos, así como el hecho de que los jóvenes que conocemos son nietos de nuestros amigos, muchos de ellos ya desaparecidos. Algunos lamentan que haya un número excesivo de locales comerciales, pero en una ciudad en la que, lamentablemente, existen muy pocos centros de transformación fabril -con las excepciones de ILE y Monterrey- es explicable que muchas familias hayan optado por abrir almacenes de variado tipo.
Junto a otras reflexiones, pude constatar una gran demanda por nuevas fuentes de trabajo. Profesionales jóvenes optan, para sobrevivir, por conducir taxis y furgonetas.
Las opiniones alrededor del Municipio y el dinámico ‘Chato’ son variadas, lo que es natural en una sociedad democrática. Algunos alaban la tarea emprendida, que conducirá en un par de años a una transformación del rostro de la ciudad, otros reclaman cierta mesura en el trato con personas y temas.
Las tareas de la cultura son, como siempre, intensas. Todos mencionan la gran labor desarrollada por la Casa de la Cultura bajo la dirección de Félix Paladines, presidente hasta hace poco. Es un deleite leer algunas de sus publicaciones y constatar la eclosión de nuevos valores en la literatura, la música, las artes plásticas, al tiempo que el rescate de figuras históricas. Lo complementa el Archivo Histórico lojano de reciente formación. Un valioso grupo de españoles impulsa tareas culturales desde la Universidad Técnica, y con auspicios e iniciativas del Municipio y la Casa, son frecuentes los congresos y encuentros que convocan a Loja a personalidades del país y del exterior. El Festival Internacional de Teatro en noviembre marcará un hito en las actividades de la ciudad, convirtiéndola en referente internacional de las artes escénicas, aunque preocupa la finalización del nuevo edificio sede.
Qué grato el abrazo con los familiares y los viejos amigos. Mirar la vieja casa en la cual crecimos junto a padres y hermanos, cuando éramos felices y no lo sabíamos. La saudade nos acompaña al regreso a la vida que elegimos.