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El Telégrafo
Xavier Lasso

Violento patriarcado

07 de noviembre de 2017

No es solo cuestión de nuevas oleadas de feminismo, o que se repitan las extraordinarias mujeres que sufragaron, que nos entregaron a la humanidad entera enormes avances científicos, artísticos o, incluso, grandes actuaciones deportivas. No, la cuestión no va a cambiar y nos corremos el riesgo de que siempre vaya para peor, si la visión machista del poder se exhibe impune por todo lado.

Lo de Hollywood y la enorme cantidad de enfermos acosadores, violadores, es tan solo un pequeño escenario, que hoy luce tan descosido, sin que ninguna parafernalia pueda ocultar lo que el patriarcado le ha hecho a la humanidad entera.

Tan absurda es esa visión que se ha normalizado las lecturas, en los medios europeos también, en donde la víctima es responsable porque incita al psicópata. Las mujeres deben taparse toda, no vaya a ser que cualquier partecita de su cuerpo desate la incontrolable compulsión del macho.

Acá en Quito, un colegio, que uno supone ‘progre’, está a punto de lanzar un reglamento sobre las ropas que las mujeres deben usar: nada de ‘puperas’, escotes o minifaldas. Las mujeres no son dueñas de sus cuerpos, no les pertenecen; son cuerpos de los machos poderosos que no se reconocen capaces de respetar el territorio femenino.

Ningún reglamento cambiará la desconcertante realidad en la que “prácticamente en todos los casos de abusos y violaciones, incluido Harvey Weinstein, muchas personas sabían que algo no estaba bien. Muy pocas de ellas hicieron algo para detener el abuso”, lo dice David Leonhardt del The New York Times.

Por eso, otra periodista neoyorquina judía, Hadley Freeman, colaboradora habitual de The Guardian, sostiene que el escenario ideal para acabar con esa perniciosa supremacía del blanco macho, acosador nato, es el hogar; haciendo, compartiendo, tareas muy perecederas, pero importantes y penosamente subvaloradas.

Pero resulta desconcertante que otro periodista, escritor, muy galardonado, exitoso, Arturo Pérez Reverte, lance en su tuit: “Como cualquiera que sepa distinguir entre realidad y ficción, seguiré viendo lo que falta de House of Cards, aunque deteste a Kevin Spacey”. No basta con detestarlo, hay que proscribirlo, como le responde una mujer que sigue a Pérez Reverte, hasta llevarlo a los tribunales para que responda por sus crímenes.

Las mujeres hoy se han incorporado al escenario laboral, las hay por todos lados, con menores salarios, eso sí, y: ¿es su vida mejor?

Escucho a muchas que dicen que no, que hoy nos enfrentamos a la paradoja de las abuelas, que años atrás no tenían que encarar tan diversos escenarios. Hoy no hay respiro, sí mucha soledad. No es sencillo entender cómo los avances han devenido, en cierta forma, condena. Pero es que se quedó intacta, intocada, la muy larga estructura patriarcal que por siglos ha construido esta relación de poder que oprimió y no reconoció a la otra en toda su integridad.

Vamos a empezar, entonces, por casa, con una educación que debe enseñarnos que el poder es menos soplo que el soplo de la vida misma, que es muy doloroso lo que hacemos, que nada justifica tanta miseria. Basta de idealizaciones encarnadas en la madre, las hijas o la compañera. Simplemente basta, se requiere mucho más compromiso en nombre del finito género humano. (O)

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