Ecuador, 16 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Erika Sylva Charvet

Venezuela: imágenes y realidad

03 de enero de 2017

Hay tanta aprensión cuando la gente pregunta sobre Venezuela por la campaña mundial de desprestigio que en Ecuador la reproducen los medios privados. “¿Y cómo está por allá?” “¿Es verdad que no tienen qué comer, que no hay nada en los mercados, que la gente busca comida en la basura?” “¿Es cierto que todo está convulsionado?”  Los propios venezolanos de oposición se suman a esta campaña, como le pasó al uruguayo Tabaré Alonso, que recorre América Latina en bicicleta y al que ellos le recomendaban no ingresar a su país porque allí le robarían, le secuestrarían, le sembrarían droga y toda clase de horrores, pese a lo cual él ingresó y se llevó la gran sorpresa.

Ciertamente, al estar allá, una aguza todos los sentidos para observar la vida cotidiana. Y lo primero con lo que se topa son los escaparates llenos y el intenso movimiento en los centros comerciales al igual que en los mercados. Y cuando se pregunta a algún venezolano por la carestía, ellos indican la dificultad de acceder a ciertos productos básicos (v. gr, la harina pan) por el acaparamiento y la venta a precios exorbitantes en el mercado ilegal. Pero esta carestía inducida y focalizada nada tiene que ver con la hambruna pintada mediáticamente. Como tampoco tiene que ver el clima de convulsión social visualizado por los medios como un hecho cotidiano, con el clima de tranquilidad que se percibe en las calles.

Si se viaja por Venezuela, por otra parte, se topa con una gran afluencia turística proveniente de todos los Estados. Es lo que pudimos constatar en la visita a Mukumbarí, el teleférico más alto, más largo y más moderno del mundo, ubicado en Mérida, cuyo ascenso por cinco estaciones correspondientes a distintos pisos ecológicos, desde los andes tropicales hasta el desierto nival, nos llevó cerca del Pico Bolívar, la montaña más alta de Venezuela que tiene en la cima un busto del Libertador, por cierto, presente también, en todas las plazas mayores de pueblos y ciudades.  En las cabinas con capacidad para sesenta personas íbamos apiñados/as, pudiendo percibirse en la gente de distintas regiones, felicidad y orgullo por esta maravillosa megaconstrucción modernizada completamente por la Revolución Bolivariana, que les conecta con la madre naturaleza, pero también con su historia.

Justamente, me llamó la atención el conocimiento de su historia, expresado en los comentarios de algunos venezolanos, que me parecieron, por otra parte, gente alegre, amable, cariñosa, dispuesta a ayudarte.  En ese sentido, me identifico con el ciclista uruguayo que se topó con una Venezuela completamente distinta a la publicitada por los propios venezolanos. Igualmente él percibió un pueblo generoso, dispuesto a compartir hasta su comida. El contraste entre lo escuchado y lo vivido lo sintió apenas entró a ese país, a tal punto que ha dicho: “Llegué al paraíso cuando entré en Venezuela”.  Por supuesto que es paraíso, frente al imaginario de infierno que venden los medios de comunicación con el fin de destruir a la Revolución Bolivariana. (O)

Contenido externo patrocinado