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El Telégrafo
Fander Falconí

Una sociedad más equitativa

15 de abril de 2015

Si la igualdad debe estar escrita en la ley, la equidad debe estar incrustada en nuestra vida cotidiana, en nuestro ánimo, debe ser el eje de la política pública. Alcanzar igualdad y equidad entre los miembros de una sociedad es indispensable para vivir mejor. Solo así se generan oportunidades para todos, multiplicando las probabilidades de mejorar en conjunto.

Lo contrario (la desigualdad y la inequidad) corroe a un país que se precie de democrático. Es indignante ver el contraste entre la extrema pobreza y una extrema riqueza que se manifiesta en el derroche y en la extravagancia; el barrio marginal junto al palacio churrigueresco es un paisaje inestable, terminará por explotar. Por eso es digno de admiración un país que reduce las diferencias sociales.

Ecuador ha reducido la pobreza y la desigualdad, de acuerdo a los datos de la encuesta de condiciones de vida (ECV) 2013-2014, difundida por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el día lunes. La ECV, con una muestra de 28.846 viviendas, es una aproximación fuerte a la realidad.

La pobreza supone escasez o carencia de lo necesario para vivir. En forma objetiva, la pobreza se mide por ingreso, por consumo, por necesidades básicas insatisfechas. Entre los años 2006 y 2014 la pobreza por consumo –calculada en base de una canasta de alimentos para satisfacer requerimientos nutricionales mínimos- descendió a nivel nacional de 38.3% a 25.8%. En las ciudades bajó de 24.9% a 15.5% y en el ámbito rural disminuyó de 61.5% a 47.3%.

La desigualdad es la distancia entre los ricos y los pobres. En el periodo comprendido entre 1999 y 2006 la desigualdad no varió. En cambio, entre los años 2006 y 2014, la desigualdad por consumo, medida por el Coeficiente de Gini, cayó de 0.46 a 0.41, o sea 5 puntos. El coeficiente de Gini se mueve entre los valores de 0 y 1. El valor cero corresponde a la equidad absoluta. El valor de uno, por el contrario, representa el límite extremo de la inequidad o inequidad absoluta, es decir, por ejemplo, que la riqueza de un país está en manos de una sola persona.   

La desigualdad es una característica determinante de América Latina. Si bien no se trata de la región más pobre del mundo, sí se destaca por ser la más inequitativa, dice la Cepal en su informe ‘Panorama Social de América Latina 2014’. En el neoliberalismo, la pobreza, la desigualdad y la injusticia social eran un rezago que había que superar con políticas asistencialistas. Los indicadores estructurales -como el de Gini- son los más difíciles de reducir y dependen de factores internos (empleo, mejoras en los ingresos reales, creación de capacidades humanas, pisos de protección social), y por tal motivo es necesario valorar los resultados ecuatorianos.  

El ingreso, la riqueza, la tierra, las oportunidades se redistribuyen de manera adecuada donde hay igualdad y equidad, lo cual garantiza que haya un pueblo con buena salud y educación. Con estas ventajas se derrumban los monopolios y las concentraciones de poder que asfixian a toda sociedad. La desigualdad y la inequidad son piedras en el zapato que nos impiden caminar rápido y terminan por lastimarnos.(O)

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