Comencemos diciendo que todos tenemos una ideología, que es nada más ni nada menos que nuestros proyectos de vida, de sociedad, de fraternidad y de fiesta. Estos proyectos, estas ideas, estas ideologías en cinco espacios, por los que pasamos todos.
El primer espacio ‘ideológico’ es la educación: la oficial y la popular. Normalmente estos distintos niveles de educación sirven para capacitarnos para pensar y discernir, para trabajar, para discernir a qué vamos a servir. Lastimosamente, esta capacitación es desviada hacia otros intereses en los que somos los tontos útiles que necesita el sistema capitalista. Por eso la ‘educación’ tiene que ser totalmente reorientada y refundada para que logremos nuestro desarrollo humano integral.
El segundo espacio ‘ideológico’ es el de los medios de comunicación hechos para informarnos, formarnos, distraernos… pero la mayoría nos desinforma, nos embrutece, nos deforma y nos engaña. La televisión es el más perverso de estos espacios al servicio de los grandes ricos nacionales e internacionales. Ahora está internet… diseñado mayoritariamente para programarnos y controlarnos. Si no tenemos algún grupo de amigos u organización, difícilmente podremos discernir la verdad que nos hace libres, dignos y solidarios.
El tercer espacio ‘ideológico’ es el de la cultura, es decir, el conjunto de sentido y de valores que nos comunica la familia, la vecindad, el arte, la música, la danza, la poesía, la sabiduría popular… Pero poco se valoran estas sabidurías: somos como el árbol sin raíces que no sabe de dónde viene ni a dónde va, como grandes analfabetos.
El cuarto espacio ‘ideológico’ es el de las religiones, ‘caminos hacia las grandes virtudes’ que nos hacen más humanos y más hermanos. Lo malo es que muchas veces buscamos en las religiones, con su complicidad, nuestro bienestar material e individual, buscando poner a Dios a nuestro servicio. Si nuestra religión no nos humaniza y no nos hermana unos con otros, mejor busquemos a Dios en las luchas por la dignidad personal y la fraternidad sin fronteras.
El quinto y último espacio ‘ideológico’ es el de los partidos políticos. Estos están hechos para recoger nuestros proyectos de país, de economía equitativa y de política participativa y no palancas para subir a puestos de dinero y de poder dominador. Nadie ni ninguna vanguardia tienen que representarnos ni salvarnos. Sino que juntos debemos unirnos para saborear el compañerismo, vivir la igualdad, celebrar el crecimiento individual y el desarrollo colectivo, construir programas de economía y política alternativas. Todos tenemos talentos para algo grande: solo hace falta juntar estos talentos y desarrollarlos colectivamente. Así estamos construyendo el poder popular, realidad segura de la democracia.
Es muy grande esta tercera y última rama de nuestro ‘Árbol de la Vida, del Amor y de la Comunidad’, el Árbol del Reino. Pero si somos capaces de jugarnos la vida para este árbol, no seremos unos fracasados sino un pueblo digno, fraterno y solidario, en definitiva, el único culto que agrada a Dios. (O)