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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

¿Todo vale?

21 de agosto de 2015 - 00:00

Se nos vendió -y continúan haciéndolo- en noticias y editoriales en medios mercantilistas que el paro del jueves pasado fue un éxito, que el Gobierno fracasó en evitarlo, y el país se detuvo, que el transporte local no funcionó; que las fábricas dejaron de producir; que las escuelas cerraron; que docentes y estudiantes no estuvieron en clases; que los hospitales consintieron que enfermos se abatieran en sus dolencias; que la producción agrícola y minera sufrió pérdidas; que se ignoró la basura sólida -y no la política-; que el trabajo en  hidroeléctricas aeropuertos, puertos se paralizó; que la red vial fue tomada; en suma, que Ecuador vivió una jornada de inanición laboral, colectiva, absoluta.

Mas, la verdad tiene connotaciones diametralmente opuestas, reñidas definitivamente con la información torcida y maliciosa -de sórdidos fines- entregados por algunas empresas  de difusión escrita, televisiva, radial. La porfiada realidad evidenció que un pueblo pacífico negó altivamente a grupúsculos violentistas que intentan perturbarlo. La población ecuatoriana mostró cómo se debe construir también una revolución que, como decía Mariátegui, “no puede ser calco ni copia”; con trabajo, alegría, repudiando la criminalidad y la iracundia. Mas, siempre quedarán en la retina pública los dichos y las acciones de aquellos que, con el temor reverencial a bancos y poderosos, se matricularon en la sedición sin beneficio de inventario y siguen asumiendo  las falacias indignas e inverosímiles de reuniones ‘peluconas’ en clubes exclusivos y tertulias de café donde se falsifican hechos y circunstancias con una facilidad pasmosa que luego recogen  los medios y  asambleístas, con desmemoria crónica y achaques severos de amnesia febril. El extraño paralelismo para volver  al neoliberalismo iniciado por la oligarquía y la autodenominada izquierda que en concubinato vil y monstruoso manipulan a ciertos sectores de indígenas -cada día en menor número e influencia- nos retrotrae al posperíodo de la guerra civil en EE.UU., cuando terratenientes blancos huyeron a islas del Caribe, llevando muebles, esclavos que gustosos los siguieron. Actos dolorosos que tienen y tuvieron antecedentes en la superestructura filosófica, inducida por desinformación mediática.

El siniestro jefe de la propaganda nazi, Goebbels -en la Alemania doblegada  por Hitler- decía: “Mentid, mentid, que de la mentira algo queda”, esta consigna abyecta parece que ha calado muy hondo en mentes y corazones de algunos ‘periodistas’ y presentadores de noticias que con insistencia, cotidianamente, infaman la verdad e inducen al engaño y a la falsía en los sucesos. Y es que el fiasco político en los hechos subversivos de estos días, que  no ha tenido por parte de los perpetradores siquiera  sentimientos de culpa, sea de los bonzos de esa falsa izquierda resentida y revanchista, sensiblemente ganada por los poderes fácticos, o los de la dirección indigenista que pretende dar catedra al país, con saltos dialécticos, desviaciones,  esguinces ideológicos que harían sonrojar a Maquiavelo, solo alimentada por delirantes ambiciones de mando. Para ellos, todo vale.

La patria ecuatoriana ha demostrado nuevamente que está de pie, que no acepta imposiciones de nadie, ni de aquellos vestidos de frac o de unos pocos de overol y poncho, unidos nuevamente en la hez del masoquismo espiritual y la apetencia enloquecida ante la perspectiva de poder y de dinero. (O)

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