Ecuador, 05 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

Socialismo del siglo XXI (2)

10 de julio de 2014 - 00:00

El socialismo democrático y el comunismo han compartido históricamente su crítica al capitalismo, a la explotación de clases y al Estado burgués, y han reivindicado aspiraciones comunes como el control social de la producción y el control político del Estado por parte de los trabajadores organizados, pero han divergido en cuanto a los medios de alcanzarlo.

Así, los comunistas de la tendencia bolchevique acuñaron como un dogma político la idea de que el único medio de romper con la dominación y explotación burguesas era mediante la toma revolucionaria del poder y la implantación de una ‘dictadura del proletariado’, con un partido único que debía actuar como vanguardia del pueblo. Esta dictadura debía tener como objetivos la eliminación de toda forma de poder capitalista y del sistema de clases, la expropiación absoluta a la burguesía y la estatización de todos los medios de producción. Y debía ser ejercida contra las clases y fuerzas enemigas mediante la violencia revolucionaria.

Por su parte, el socialismo planteó desde sus inicios la necesidad de implantar el socialismo con la más amplia democracia, lo que excluía de plano toda idea de partido único. Sin excluir el uso de métodos revolucionarios para enfrentar a la violencia de la derecha, no se planteaba como objetivo la eliminación de la oposición política, a la que consideraba como un elemento necesario de la vida democrática.

Estas concepciones fueron mantenidas tanto por los pensadores socialdemócratas, como por algunos socialistas revolucionarios, que propugnaban la transformación sustancial del sistema sociopolítico a la par que la profundización de la democracia.

Así, Rosa Luxemburgo propugnaba “crear una democracia socialista para reemplazar a la democracia burguesa, no para eliminar la democracia”. Sostenía también que el socialismo no podía establecerse por decreto, porque nadie poseía la fórmula para lograrlo, y que la construcción práctica del socialismo sería una tarea a desarrollarse en medio de errores, que solo podían corregirse mediante la libertad de crítica y la más amplia iniciativa popular.

“Al excluirse la democracia, se cierran las fuentes vivas de toda riqueza y progreso espiritual. Toda la masa del pueblo debe participar o, de lo contrario, el socialismo será decretado desde unos cuantos escritorios oficiales por una docena de intelectuales”.

Hablando de la Revolución Rusa y de la ‘dictadura del proletariado’, afirmaba: “La vida socialista exige una completa transformación espiritual de las masas degradadas por siglos de dominio de la clase burguesa. Pero el único camino al renacimiento pasa por la escuela de la misma vida pública, por la democracia y opinión pública más ilimitadas y amplias”.

En la culminación de su pensamiento político, Rosa Luxemburgo comprendía que las libertades públicas no son algo superfluo, un adorno de la vida política, sino un elemento imprescindible para la construcción de cualquier proyecto socialista. “La libertad solo para los que apoyan al gobierno, solo para los miembros de un partido, por numeroso que sea, no es libertad en absoluto. La libertad es siempre para el que piensa de manera diferente”.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media