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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Símbolos patrios y religiosos

19 de febrero de 2015

Luego del cruento atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo, donde murieron once personas y otras 11 fueron heridas por dos hombres que gritaban: “Al-lahu-àkbar” (Dios es el más grande) haciendo referencia a una caricatura que ridiculizaba al símbolo del islam que es su profeta Mahoma; ahora el caricaturista colombiano Vladimir Flórez, conocido por el pseudónimo de Vladdo, recibe una fuerte diatriba por parte del presidente Maduro por ofender al escudo de Venezuela, que es uno de sus símbolos patrios.

En cada caso la libertad de expresión ha superado al respeto que se merecen, tanto los símbolos religiosos como los símbolos patrios. Y en Ecuador, Xavier Bonilla, caricaturista conocido como Bonil, ha alcanzado fama internacional por la sanción que le fue impuesta por una caricatura ofensiva contra el Gobierno y una segunda amonestación por hacer una imagen burlesca y racista de un asambleísta negro que fue una estrella de fútbol y que a su manera es un símbolo deportivo y político nacional.

Un símbolo no es nada más que la representación perceptible de una idea, con rasgos asociados por una convención socialmente aceptada. Es un signo sin semejanza ni contigüidad, que solamente posee un vínculo convencional entre su significante y su denotado, además de una clase intencional para su designado.

El célebre psicólogo suizo Carl Gustav Jung vio la psiquis humana como “religiosa por naturaleza” e hizo de esta religiosidad el foco de sus exploraciones, siendo el mayor exponente contemporáneo de la simbolización. Jung llama símbolo a un término, un nombre o una imagen que puede ser conocido en la vida diaria, aunque posea connotaciones específicas, además de su significado corriente y obvio. De cualquier manera, los grupos sociales suelen tener símbolos que los representan, referentes a asociaciones culturales, artísticas, religiosas, políticas, comerciales, deportivas y otras.

Charlie Hebdo tenía una circulación de 60.000 ejemplares a la semana; muy poco para París y Francia. Sus caricaturas han representado de la forma más irreverente y grosera a diferentes símbolos religiosos y patrios. Pero así mismo Vladdo se encantó satirizando a la Casa de Nariño, que es el Palacio Presidencial colombiano, llamándolo desde 1998 en el gobierno de Andrés Pastrana como el ‘Palazo Presidencial’ y luego con Álvaro Uribe lo llamó el ‘Palacito Presidencial’ por su costumbre de hablar en diminutivos. Y a pesar de que en Colombia las ofensas contra los símbolos patrios se castigan con prisión, pues parece que cayó en la impunidad en este caso. Era demasiado para Vladdo dejar pasar desapercibido los ‘papayazos’ de Maduro,  como declara para CNN y se la tomó contra el escudo de Venezuela. Él dice que criticó al presidente Maduro y no al pueblo venezolano.

Difícil de entenderlo, pues el escudo representa a la nación venezolana como una sociedad, no solo al presidente de ese país. De la misma manera que Mahoma y el islam representan a toda una sociedad profundamente religiosa y no a un grupo de brutales terroristas. Hay mucho debate por delante, pues si bien la “caricatura es libertad de prensa”, como dice el director de la revista Semana de Colombia, hay límites en los derechos y obligaciones individuales y colectivos que están en el contrato social de toda comunidad civilizada.

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